''Llevo cinco sustituciones este curso; así es muy difícil mantener la constancia''

''Cuando me dijeron que me daban plaza en A Estrada no me lo creía''. Esta frase resume la alegría de Rocío al conocer que su próximo destino sería un centro escolar situado relativamente cerca de su domicilio. Esta profesora de Educación Musical reside en el concello pontevedrés de Silleda, a unos 15 kilómetros de su actual lugar de trabajo. Todo un privilegio en el complejo mundo de las sustituciones.

Y es que los constantes cambios de destino resultan un incordio para los profesores. Desde el punto de vista económico, aumentan los gastos al tener que utilizar un hostal o una pensión para alojarse. Y ya en el ámbito pedagógico, tampoco ayuda demasiado carecer de estabilidad. ''Llevo cinco sustituciones en este curso, así es bastante difícil mantener una constancia. Estás quince días en un lado, luego en otro...'', lamenta.

Uno de los momentos más complicados es a la hora de recibir la llamada de la Consellería de Educación, en la que se oferta la plaza. En caso de aceptar ''te dan 24 horas para estar en el centro'', recuerda Rocío, quien conoce al dedillo la rutina posterior: ''Tenemos que buscar en un mapa donde está el centro y un hostal cerca de allí''.

Una de sus primeras experiencias como sustituta docente tuvo lugar en el concello lucense de Pantón. Sólo con evocar aquel momento, se echa a reír. ''Me tocó allí y no contaba con coche, por eso tenía que pedirle al director que me llevase hasta Monforte'', asegura divertida.

Pero al igual que otros compañeros, los años de antigüedad han servido para mejorar sus condiciones. Las sustituciones son más largas y más cerca de casa. Eso sí, el coche es un elemento casi imprescindible para sobrevivir. ''Tengo ido a Verín, a Gondomar...'', recuerda.

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