Es probable que la vorágine vacacional junto al estrés provocado por tanta prórroga futbolística no le haya permitido enterarse a usted de que esta semana es decisiva para saber quién será el jefe supremo de la Comisión Europea. A diferencia del futbol el campo de juego europeo no nos debería aportar muchas sorpresas. Jean Claude Junker, un viejo conocido de los entramados burocráticos y políticos de la Unión será el elegido para dirigir los destinos de la institución durante los próximos años.
Donde sí puede haber más sorpresas es en la configuración del nuevo colegio de Comisarios. Ellas, las pocas comisarias que aún están en sus cargos bajo los últimos días de la era Barroso, han advertido ya del peligro de no alcanzar una digna representación femenina en la nueva Comisión. Los comisarios son 28, uno por cada estado miembro de la UE y son éstos los que postulan a sus candidatos. Púes bien, por ahora sólo han sido tres los países que han adelantado su intención de presentar candidatas: Italia, Bulgaria y Dinamarca. El resto o no han dicho ni esta boca es mía o ya han anunciado que serán varones, como es el caso de España con la figura de Arias Cañete.
Las actuales comisarias le han hecho ya saber al futuro presidente de la Comisión que en el nuevo colegio que deberá aprobar el Parlamento debería haber al menos 10 mujeres, una más que en la actualidad. Junker, en un gesto políticamente muy correcto les ha contestado que sí, que eso es conveniente, pero al mismo tiempo ha escurrido el bulto al afirmar que son los Estados los que proponen a sus candidatos
Y un último dato para consolarnos de tanta escases: la publicación especializada Europolitics ha propuesto un listado de al menos 70 mujeres que podrían optar a ser comisarias en los 28 estados miembros. Como se dice por estos lares : habelas, hainas… Otra cosa es que exista la voluntad de los gobiernos en que el nuevo colegio sea, ya no paritario (eso sería pedir la luna) sino al menos digno de una representación más equilibrada.