¿Se debe cambiar de hora dos veces al año?

La obligatoriedad del cambio horario con la pretensión de ahorrar energía (y con ello dinero) no encuentra una aceptación unánime, pero, como a principios de cada primavera, en la madrugada del próximo domingo se adelantarán los relojes.

El ahorro es mínimo y las molestias escasas. Estas serían, grosso modo, las conclusiones más extendidas del cambio horario en primavera y en otoño. No existe un cálculo exacto de cuánto se deja de gastar al año con esta decisión, aunque las estimaciones en España se situarían en cuanto a las familias en solo unos euros, menos del 0,5 por ciento de la factura eléctrica. Una menudencia tanto para los hogares como en el consumo global.

El Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía, entidad pública empresarial del Ministerio de Industria, entiende que el potencial de ahorro por el cambio de hora en España puede llegar a representar el 5 por ciento del consumo eléctrico, unos 300 millones de euros, repartidos en 90 millones en hogares (seis euros cada uno) y 210 en el sector servicios y en la industria.

Aunque las cifras no sean exactas y bastante modestas, en España y en los demás 26 países de la Unión Europea es de obligatorio cumplimiento este cambio en las manecillas, y en el mundo más de ochenta estados se suman a esta iniciativa ampliamente extendida desde la crisis del petróleo de 1974, aunque anteriormente ya se habían hecho pruebas.

Y en cuanto a la salud, el cuerpo se adapta con rapidez a los cambios, aunque los primeros días se resienta, pero sin llegar a trastornos. Entonces, si se ahorra poco, qué es lo que se busca, ¿por qué se sigue aplicando el cambio horario el último domingo de marzo (adelantar el reloj una hora) y de octubre (retrasarlo)?

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