Siembra del futuro en Sobradelo

El cuidado de la finca es la labor que realizan los inquilinos de la casa de acogida de San Cibrán (Foto: Fernando Salgado)
photo_camera El cuidado de la finca es la labor que realizan los inquilinos de la casa de acogida de San Cibrán (Foto: Fernando Salgado)

VILAGARCÍA. María Jesús Borrageiros Chaves se ganó la vida en una fábrica de conservas hasta que la factoría cerró sus puertas, Gonzalo Otero Prol trabajó en el mar, la construcción y como ayudante de cocina antes de que la crisis lo expulsase del mercado laboral, mientras que el entorno familiar de Patricia Rodríguez Iglesias no fue el mejor, y anduvo de un lado para otro sin encontrar su camino.

María Jesús Borrageiros es de Cambados y tiene 57 años, Gonzalo Otero nació en O Grove hace 42, y Lalín es la localidad natal de Patricia González, que cumplió 21. Los tres pertenecen a distintas generaciones y las vicisitudes de la vida hicieron que se encontrasen en el mismo lugar, el centro de acogida de San Cibrán, situado en Vilaxoán (Vilagarcía), y que compartan las mañanas de trabajo en la huerta que explota esta organización muy cerca del lugar que habitan, en Sobradelo.

"Sempre me gustou traballar a terra", afirma María Jesús Borrageiros, que encontró acogida en Cáritas en el año 2005, cuando le anunciaron que Conservas Peña prescindía de sus servicios y del de más de un centenar de compañeras. Hasta entonces había logrado salir adelante con su exiguo salario y los jornales que conseguía trabajando las tierras de otros.

Tiene un hermano que trabaja en Vilagarcía, pero a partir de ese instante quedó desamparada y sin un techo que le diese cobijo. Es la más veterana de los inquilinos de la casa de San Cibrán y participa en la plantación, cuidado y recogida de tomates, pimientos, judías, lechugas, patatas, ajos, cebollas, coles, repollos y acelgas.

María Jesús Borrageiros está acostumbrada a trabajar, afirma sentirse cómoda en una actividad que realiza desde que era una niña, y evita el victimismo. "De momento non me queixo do corpo, e aínda aguantaría outros tantos anos máis enriba", asegura.

Las máquinas

A Gonzalo Otero se le agotaron las esperanzas después de haber tenido diversos empleos en O Grove, Santander y Badajoz, y los servicios sociales de la ciudad extremeña lo enviaron a Vilagarcía en 2012. Está soltero. "La maquinaria nos está quitando el trabajo que tendríamos que hacer nosotros", expone.

"Aquí se está estupendamente", dice antes de agregar que "el futuro me lo tomo con mucha calma, filosofía y tranquilidad, porque aquí nos dan la oportunidad de encontrar un trabajo, y es una oportunidad en la vida lo que necesitamos".

Patricia Rodríguez, llegó hace cuatro semanas al centro de acogida de San Cibrán, reconoce que nunca trabajó en el campo y que le cuesta hacerlo. No quiere profundizar en las circunstancias que la llevaron hasta Cáritas e indica que vivió anteriormente en Vilagarcía, además de hacerlo en A Estrada y Santiago. "Anduve dando vueltas de un lado para otro y me crié en varios centros", expone.

Tiene tres hermanos. "Mi situación no era fácil, si lo fuese, no estaría aquí", comenta. "Cada uno anda a su bola y, más o menos, todo va bien aquí", responde a la pregunta de cómo se siente en su nuevo entorno.

Ahora, su objetivo es aprobar el Graduado en ESO, "más que nada, vine con la intención de estudiar, para buscar algo y salir adelante", dice mientras sonríe.

 

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