Status quo

Con lo terco que he sido durante toda mi vida, incluso cuando era pequeño y usaba todo tipo de técnicas de chantaje emocional para lograr lo que quería, y jamás ha existido ningún ser humano que no pudiese convencerme de un punto de vista expuesto con argumentos. Aunque, como ha sucedido con las mías, haya podido tildar de ridículas o desafortunadas las ideas de otro ser humano, nunca las he censurado. No comprendo que existan personas que puedan rechazar el debate y la contrastación de opiniones, sea cual sea el asunto, y que lleguen a ruborizarse al escuchar lo contrario de lo que piensan (o de lo que ni siquiera han pensado). Creo que hay demasiadas creencias e ideas sumergidas en el cosmos de lo irrefutable, que pertenecen a un ‘status quo’ muy cómodo de proteger desde la cobarde sombra de los pensamientos establecidos. No importa que algo resulte más o menos racional, hay temas que no se tocan. Cualquier expresión de divergencia no es rechazada siquiera con el insulto, sino mediante el respaldo en el dictamen de la mayoría y en el irritante victimismo de quien ha perdido los ideales que soportaban su existencia. Ningún gran pensador se sentiría ofendido si un completo inculto profanase sus templos de fe y certeza absoluta con una contradicción. Y eso que pocas cosas llegan a resultar más mezquinas que la ignorancia gritando ofendida.

Comentarios