"Su transporte para ir de la Escuela Naval a Pontevedra era el trolebús"

Don Juan entregando el despacho de oficial al Príncipe de Asturias en presencia de su padre
photo_camera Don Juan entregando el despacho de oficial al Príncipe de Asturias en presencia de su padre

La relación entre la Armada Española y Marín marcó también la de la Casa Real con el municipio, en especial la de don Juan Carlos y la del Príncipe Felipe, ya que ambos pasaron un período de instrucción militar en la Escuela Naval y, en el caso del segundo, ha sido nombrado incluso Hijo Adoptivo de la ciudad en 1983, algo que estrechó aun más los lazos existentes.

La presencia de uno de los dos en los actos de entrega de los Reales Despachos a los nuevos oficiales de la Armada coincidiendo con la festividad de la Virgen del Carmen, patrona de la Armada, cada 16 de julio, se ha convertido a lo largo de las últimas décadas en una tradición. Los miembros de la Casa Real comparten protagonismo con los alumnos que terminan sus estudios en la academia militar ante la presencia de autoridades y familiares.

Sin embargo, esa presencia en la academia militar apenas ha tenido reflejo en las calles de la localidad, ya que tanto los monarcas como el Príncipe de Asturias acuden directamente a los actos castrenses y se van una vez finalizados, de ahí que haya que remontarse a la época de estudiantes de ambos o al nombramiento de Hijo Adoptivo de Don Felipe para recordar su paso por la sociedad local.

Don Juan Carlos ingresó en la Escuela Naval Militar como alumno en agosto de 1957, finalizando sus estudios al año siguiente con la graduación de alférez de fragata. Su estancia en Marín fue una de las etapas de su juventud de las que guarda un grato recuerdo, como corroboraron ayer algunas de las personas que compartieron con él una cierta amistad y que tuvieron ocasión de confirmar tal extremo posteriormente.

Integrado

Lo cierto es que logró integrarse con rapidez en la sociedad de la época, especialmente en Pontevedra, donde tenía un grupo de amigos con los que disfrutaba en su tiempo libre. Además, varios de ellos coinciden en resaltar que “era un guardiamarina más” y se comportaba como tal, aunque al salir acompañado de tres o cuatro marinos, que lo arropaban, su libertad de movimientos no era la de otros jóvenes.

Sus lugares de diversión en Marín fueron el Casino (situado en aquel momento en el local que ocupa actualmente el Banco Pastor, haciendo esquina entre las calles Real y Almuíña), el Café Colón, el Restaurante Submarino y el Mesón del Marisco, un establecimiento hostelero de gran renombre que estaba a mitad de la calle Echegaray, muy cerca del Templo Antiguo.

Sin embargo, sus relaciones sociales fueron mucho más intensas en Pontevedra, como bien recuerda Amalia Polo Puig, viuda del odontólogo marinense Félix Polo, que formó parte de su círculo de amistades. “Lo conocí bastante, incluso alguna vez bailé con él en la Escuela Naval, ya que era muy bailarín”, explica con cierta nostalgia de aquella juventud.

Don Juan Carlos, como el resto de compañeros y jóvenes del momento, utilizaba el trolebús para ir a Pontevedra, aunque se escapaba siempre que podía. En una de estas salidas conoció a una chica con la que trabó un “muy buena amistad”, a la que invitaría al cine e incluso a cuya fiesta de 18 cumpleaños asistió. “No eran novios, pero eran muy amigos”, indica Amalia, matizando que “era una chica muy conocida en Pontevedra que actualmente está en América”.

Reencuentro

Sin embargo, esta distancia no fue obstáculo para que hace unos 20 años un grupo de aquellas chicas que compartieron el momento con el actual Rey acudiese a la Escuela Naval aprovechando una Jura de Bandera para saludarle y charlar con él. “A nosotras nos saludó muy atentamente y nos recordaba, claro, pero con aquella otra compañera estuvo hablando casi media hora, hasta que Don Juan Carlos tuvo que irse para cumplir con sus compromisos protocolarios”, añade.

“Era muy simpático, le gustaba mucho bailar, los guateques, el cine y, cómo no, las chicas monas de Pontevedra de la época”, explica, para añadir que “durante aquellos meses hizo mucha vida en al capital, incluso se cortaba el pelo en una peluquería pontevedresa”.

Amalia Polo guarda muy gratos recuerdos de aquellos tiempos, en los que el apuesto príncipe aprovechaba los sábados para ir al cine, alternando el Malvar, el Victoria y el Coliseum. “Donde más nos encontrábamos era en el Carabela al mediodía y en el Casino o en los guateques en casas particulares por las tardes o noches. Ahí era donde nos divertíamos los jóvenes de aquel momento y allí era donde él también se lo pasaba muy bien”, explica.

De este modo, Don Juan Carlos trató de compaginar perfectamente sus estudios y su formación militar con la diversión que por edad le correspondía. «Es cierto que hizo algunas travesuras, por llamarle de alguna manera, pero como las que hacíamos todos los jóvenes de esa época», añade Amalia Polo, que en 1964 se casaría y pasaría a ser vecina del municipio marinense.

Consolidada

Esa relación con Marín ya nunca se truncaría, ya que, además de sus visitas institucionales a la Escuela Naval, el monarca dio todas las facilidades para que su hijo, el Príncipe Felipe, fuese nombrado Hijo Adoptivo de la ciudad en 1983, siendo alcalde Antonio Pena Piñeiro. “Recuerdo que hubo varias comunicaciones por carta e incluso una representación de la Casa Real estuvo aquí, ya que se trataba de un acto importante en que había que tener muy en cuenta el protocolo”, recuerda el concejal de Régimen Interior de la época, Santiago Pazos Moreira, que llevó buena parte del peso de este homenaje.

“El Rey fue clave en aquel momento para llevar a cabo el propósito de la Corporación, ya que Don Felipe era todavía muy joven”, matiza Pazos Moreira, añadiendo que el homenajeado se llevó como recuerdo, además del título honorífico, un reloj Rólex.

Posteriormente pasaría varios meses de su juventud, al igual que su padre, formándose en la Escuela Naval Militar, y cuando se casó, la Corporación marinense decidió obsequiar al matrimonio un sextante (aparato náutico de precisión utilizado para la medición de ángulos entre estrellas, satélites o planetas y el horizonte marino y, después de un proceso de cálculo, sirve para situar con precisión sobre una carta náutica) a propuesta del propio Pazos Moreira, que en ese momento, en el año 2004, era edil pero en la oposición, siendo alcalde Antonio Santiago.

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