Tiempo

Si hay una percepción que no comparto en absoluto sobre la vida es esa que escucho recitar a menudo a muchas personas a las que, sin ellas saberlo, les queda por delante la mitad de su existencia: «El tiempo pasa volando». Yo considero que, más bien, hay demasiados seres humanos perdiendo su tiempo en eventualidades que nada tienen que ver con sus deseos. No es por llevar la contraria (que también), pero en muchos momentos de mi vida he sentido que me sobra un montón de tiempo. Meses y horas mezquinos que solo sirven para esperar a que suceda algo así como un indicio de felicidad. Me fascinan las personas que no han perdido los años de dignidad con esos mundanos temores a la muerte y el amor. Lo que a mí me aterroriza es llegar a perder la inspiración de la utopía. Olvidarme de que la alegría es la única perfección de la vida. De adolescente aspiraba a morir a la edad en que lo hizo el poeta y compositor brasileño Cazuza (eso sería el próximo año). «Mis héroes murieron de sobredosis y mis enemigos están en el poder», escribió cuando el VIH mataba lo único mortal que poseía ese joven talento que había aprendido a parar el tiempo y que cantaba para seducir a la propia vida. «Tanto quero o pão, quanto o vinho, a realidade e a fantasia, é isso que nos mantem vivo». Lo intenso debe suceder volando. No importa el tiempo.

Comentarios