Tojeiro

Aveces, cuando la sociedad se ve profundamente mermada a causa de su propia arrogancia, surge un ser especial que nos hace pensar que existen facetas mejores por las que luchar. Ese es el caso de José Tojeiro, natural de Cariño. Cuando la moralidad se halla perdida, aparece el abanderado, el héroe, la voz insondable por las mentes simples que no aceptan que puedan existir personas así: guías que nos indiquen el verdadero camino. En ocasiones, de pequeños suspiros surgen enormes tormentas, y la tormenta que promulgó Tojeiro fue la de volver a Galicia desde Suiza para hablarnos de los trastornos que produce el vicio desorganizado y «la droja» que mujeres de moral fácil o huidiza te pueden echar en el «Cola Cao”»para aprovecharse de tus debilidades carnales. Tojeiro abrió la caja de los truenos a principios de los años 90, cuando narró su caso en el programa de la 1, «Código Cero», donde podíamos ver a un joven Arturo Pérez Reverte, el cual no daba crédito a las declaraciones de dicho sujeto. «En el mes de Mayo, José empezó a recibir asiduamente en su casa la visita de las jóvenes.», se narraba en el programa. Mujeres con las que él realizaba “el acto” hasta que estas, por pura maldad, que no por otra cosa, le drogaron de mala manera para robarle grandes cantidades de dinero que Tojeiro había ganado en en el país de la vacas lilas con el sudor de su frente. José manifestó: «Se ponían voluntarias, pa darles cualquier cosa, cualquier palabra amorosa...» Y no conformes con la cantidad de dinero que él les pagaba, ellas abusaban de su confianza. «Y era, cuando ellas tenían, ese interés, en ir a cama; porque una quedaba libre así, en compló, pa revolver, buscando dineros». Al final, todo el caso se resumió en lo siguiente: «Eran prestitutas buscando domicilios para hacer la prestitación, pero no por prestitación, sino por robar: mientras que una da el placer de prestitación, la otra es cuando anda buscando objetos que le sirvan, dinero mucho mejor.» Crueldades sin límites hemos visto y llegaremos a ver... A Tojeiro le hurtaron utilizando rácanas argucias; fue vilipendiado y abusado, y su historia trascendió de tal forma que aún a día de hoy somos muchos los que nos solidarizamos con él y su causa. Veinte años después de dicha tropelía, Tojeiro regresa con fuerza, cual antorcha en medio de las tinieblas. Rei Zentolo sacó en su momento una taza que conmemoraba lo acaecido en Cariño. Camisetas, foros de debate, grupos de fans… todo esto está ahí y todo es poco para encarnar lo que muchos sentimos por este hombre que, sin lugar a dudas, es el mesías de nuestros días. Me informan que próximamente, y gracias a una iniciativa del poeta Targus, un grupo de personas leales a la causa «tojeril» acudirá a Cariño en busca de dicho portaestandarte, ya que sin él sus conciencias se ven mermadas. Acudirán allí donde acontecieron los hechos como si de una peregrinación catártica se tratara. Le rendirán pleitesía cual redentor de mentes corroídas por el pecado perseverante. Y si esto no es comprendido por el grueso de la sociedad, a sus partidarios les dará igual, ya que en el primer mandamiento del «tojerismo» anida la disconformidad.

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