El Clásico vale una Liga

El Barcelona intentará acercarse a un Real Madrid que llega crecido al partido tras la Champions
Imagen de un Barcelona-Real Madrid
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Real Madrid y Barcelona protagonizan el gran Clásico del fútbol español en el Santiago Bernabéu, decisivo para el título de LaLiga Santander, con los madridistas ante la posibilidad de asestar el golpe definitivo ante su afición al eterno rival, que está obligado a ganar para prolongar el pulso.

El Real Madrid, crecido tras eliminar al Bayern Múnich de la Liga de Campeones, tiene en su mano dar un paso de gigante hacia su gran objetivo del curso, volver a reinar en la Liga, en un escenario soñado, ante su gran rival, al que puede ver perder todos los títulos grandes en cinco días.

Zinedine Zidane sabe que es el momento deseado por cualquier madridista e intenta rebajar la presión, quitar importancia al duelo, convertirlo en uno más. Pero es consciente de que su primer clásico como técnico madridista en el Santiago Bernabéu, no lo es.

Huye del favoritismo y de la importancia del aspecto anímico. El fútbol es un estado de ánimo y su equipo, cansado por el desgaste de la prórroga ante el Bayern, llega lanzado a un momento clave.


Messi tiene que volver a liderar a un alicaído equipo azulgrana que tendrá que improvisar una delantera ante la ausencia por sanción de Neymar


Vuelve Gareth Bale, recuperado de su séptima lesión de sóleo, y obliga a Zidane a decidir. Apostar por el galés le condiciona a regresar al 4-3-3 y volver a mandar al banquillo a Isco Alarcón en un momento excelente. También Marco Asensio ha presentado con brillantez su candidatura a la titularidad.

El técnico madridista debe decidir viendo el momento de Bale, si está en condiciones de aguantar un duelo de alta intensidad o es mejor usarlo como revulsivo en el segundo acto. Así como el dibujo y la estabilidad que gana con cuatro centrocampistas.

Es la gran duda por despejar de su equipo titular, que llega con lo justo en defensa por las bajas de Pepe y Raphael Varane. Con Nacho Fernández y Sergio Ramos, el salvador de la primera vuelta en el Camp Nou, jugándolo todo.

Keylor Navas, con la necesidad de sentirse salvador en una gran cita, estará en la portería y Dani Carvajal y Marcelo, ambos en estado de gracia, en los laterales. Casemiro, Kroos y Modric son indiscutibles en la medular, más Cristiano Ronaldo y Benzema.

El portugués disfruta en su nueva posición y exhibió su poder en el remate con cinco tantos al Bayern en dos partidos. El francés parece más fino que nunca, con puntería y cinco kilos menos para responder con trabajo a la crítica. Serán los encargados de buscar goles decisivos que dejen la Liga vista para sentencia.

Al Barça solo le sirve la victoria en el Bernabéu. Ganar y esperar o perder y despedirse de la Liga. No tiene ningún margen de error en casa del gran enemigo, donde, previsiblemente sin Neymar, sancionado, buscará apurar sus opciones en el último clásico de Luis Enrique como técnico azulgrana.

Su irregularidad le ha llevado a este punto. Sus resultados, especialmente como visitante, le han conducido al límite. En el clásico se disiparán prácticamente todas las dudas. Tienen tres puntos y un partido menos que un Real Madrid que aún tiene pendiente su choque contra el Celta.


Zinedine Zidane sabe que es el momento deseado por cualquier madridista e intenta rebajar la presión, quitar importancia al duelo, convertirlo en uno más


Saben los barcelonistas que están ante su única oportunidad, justo unos días después de haber quedado eliminados de la Liga de Campeones a manos del Juventus —una eliminatoria en la que no marcó ni un gol—, por lo que necesitan superar este mal momento para no quedarse únicamente con la Copa del Rey como objetivo del curso.

Será especial el partido para todo el equipo, pero en concreto para Leo Messi, que hace tres años que no marca al Real Madrid —la última vez que lo consiguió fue el 23 de marzo de 2014 cuando consiguió un triplete en el 3-4 logrado por el Barça del Tata Martino—, pero que sigue siendo el máximo goleador de los clásicos con 21 tantos en 33 duelos, tres más que el mítico Alfredo di Stefano.

Messi tiene que volver a liderar a un alicaído equipo azulgrana que tendrá que improvisar una delantera ante la ausencia por sanción de Neymar, expulsado en Málaga y sancionado con tres partidos, aunque el Barça ha intentado hasta última hora su participación.

Ante el determinante partido, mucho más decisivo para el Barça, Luis Enrique maneja dos dibujos tácticos. Podría recuperar el 3-4-3, después de jugar con 4-3-3 ante el Juventus, o bien repetir el experimento fallido ante los italianos.

En el primero de los casos, volvería a contar de inicio con Javier Mascherano, quien acompañaría a Gerard Piqué y Samuel Umtiti, los dos centrales de referencia del equipo en los últimos partidos.

En la línea de cuatro, situaría a Busquets como medio centro por detrás de Rakitic, Iniesta y André Gomes. En la delantera, con Messi y Luis Suárez como seguros, podría entrar Paco Alcácer, como ya hizo contra la Real Sociedad, o incluso decidirse por Sergi Roberto por la derecha, como ocurrió en el clásico de la pasada temporada.

Si se decide por el 4-3-3, volvería a contar con dos carrileros (Sergi Roberto y Alba); un trío clásico en el centro del campo (Busquets, Rakitic e Iniesta), mientras que Alcácer podría acompañar a Messi y Suárez. También existe otra variante, con la posibilidad de que Iniesta juegue más adelantado y Andrés Gómes como centrocampista.

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