Un fallo de transcripción provoca un error en la identificación del ADN de uno de los acusados

Un fallo de transcripción en el informe del laboratorio de biología de ADN de la Policía Nacional atribuyó por error el rastro genético de Óscar Pascual, uno de los tres acusados del secuestro en 2009 de Saray Seoane, en unas tenazas encontradas en la habitación del galpón donde estuvo recluida la víctima.

Los encargados de elaborar dicho informe han reconocido, a través de vídeo-conferencia, en la tercera jornada del juicio, que no se hallaron restos de ADN de Óscar Pascual en esas tenazas, con las que, según relató la víctima en la primera sesión, presuntamente le había cortado las bridas con las que la habían maniatado.

En los registros practicados en el galpón de la localidad pontevedresa de O Grove, propiedad de la familia de Óscar y de su padre, Francisco Pascual, hallaron restos del primero en cinco colillas, una de ellas en el interior, a pesar de que éste relató que nunca fuma dentro de una casa; en un pantalón de chándal y en un pañuelo en un bolsillo del mismo.

LOS RESTOS DE ADN DE SU COMPAÑERO
En las tenazas en cuestión también aparecieron restos de ADN de su supuesto compinche en el secuestro, Carlos Sánchez, identificado por la víctima como "el agresivo" y quien supuestamente llevó la voz cantante, aunque "sin validez identificativa", según los expertos de la Policía.

Sin embargo, encontraron la huella genética de Sánchez en una brida y parcialmente en la visera de un gorro intervenido en el registro, y también apareció mezclado su ADN con el de la secuestrada en otras bridas, en una cinta con la que supuestamente la amordazaron y en el cordón de una funda de casco de moto.

Los encargados de analizar las escuchas telefónicas practicadas en el marco de la investigación se han ratificado en que Sánchez fue quien hizo las llamadas al padre de Saray para exigir un rescate, primero de 2 millones de euros y finalmente de 82.000 euros.

INTERVENCIONES TELEFÓNICAS
Los técnicos contrastaron quince conversaciones telefónicas, cinco de ellas pertenecientes a las negociaciones durante el secuestro de 20 horas, y cotejaron los resultados con unas muestras tomadas al sospechoso a posteriori.

Asimismo, el técnico de la Policía Científica encargado de volcar los datos de un portátil que le fue intervenido a Sánchez ha revelado que en el historial de internet figuraban búsquedas sobre secuestros exprés en España, antes de cometer supuestamente el de Saray, exresponsable de recursos humanos del astillero vigués MCíes.

Un perito citado por la defensa autor de un informe a partir de fotografías e imágenes del DVD tomadas durante el registro del galpón ha declarado que la puerta de acceso, de dos hojas, una de ellas abatible, se pudo haber abierto desde dentro pese a estar echado el cerrojo y también se pudo volver a cerrar pese a no tener llaves.

EL ACCESO AL GALPÓN NO ESTABA FORZADO

En la segunda jornada de la vista oral del juicio, varios agentes policiales descartaron que el acceso al galpón pudiera haber sido forzado o que alguien pudiera haber accedido al interior a través de una ventana cuyo cierre con una malla metálica apareció quitado.

También han testificado hoy dos exrepresentantes sindicales de MCíes, quienes han asegurado que "en ningún caso" Saray Seoane era la encargada de entregar las amonestaciones que recibieron en varias ocasiones Francisco y Óscar Pascual, sino que era otra persona quien se encargaba de este cometido.

Estos dos trabajadores han negado, sin embargo, que Óscar y Saray coincidieran y pudieran cruzar algunas palabras en cenas o aperitivos organizados puntualmente por la empresa, tal y como aseguró el acusado.

La víctima del secuestro solo pudo reconocer por la voz a dos de sus captores, padre e hijo, al permanecer todo el tiempo con la cara cubierta: al padre, por sus toses y carraspeos y porque en un momento dado dijo "hostia" en voz baja, y al hijo, por una conversación que mantuvo en el tramo final de su cautiverio.

Sin embargo, uno de los agentes que le tomó declaración apenas unas horas después de finalizar el cautiverio, no incluyó en el acta la identificación de Óscar porque no fue "igual de taxativa" que con Francisco y porque tuvo "algunas dudas" sobre "determinados aspectos" de la investigación.

VALORACIÓN DE LA VÍCTIMA
En la tercera jornada del juicio, que se reanudará el próximo día 27, la médico forense encargada de valorar a la víctima ha ratificado el diagnóstico de estrés postraumático "en su grado máximo", aunque ha dicho que "lo normal" es que con el tiempo disminuya una sintomatología por la que le han concedido la invalidez permanente.

Los hechos enjuiciados se produjeron primera hora del 26 de noviembre de 2009, cuando Saray Seoane fue introducida a la fuerza en una furgoneta a la entrada de la empresa donde trabajaba, en Vigo, amordazada y maniatada con cinta, y conducida hasta un galpón en O Grove.

Allí fue inmovilizada con bridas, le taparon la cara con un pañuelo, la amenazaron de muerte con una jeringuilla que, según le decían, contenía sangre infectada con sida, y luego con una pistola, con la que primero le metieron el cañón en la boca y después le golpearon en el cuello.

A Francisco y Óscar Pascual la Fiscalía les acusa de los delitos de retención ilegal y de lesiones, y solicita para ellos siete años y seis meses de prisión para cada uno, mientras que la acusación particular eleva la petición a doce años.

El fiscal acusa también al tercer implicado, Carlos Sánchez -en prisión por varias condenas- de un delito de robo con intimidación y pide para él trece años y seis meses; imputación que la acusación particular hace extensiva a los otros dos encausados, para los que solicita idéntica pena. Los abogados de la defensa han requerido, por su parte, la libre absolución de sus representados, incluido el de Sánchez al aludir, entre otras eximentes, su adicción a la cocaína.

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