Una fortaleza en el corazón del país

Después de años cerrado al público, el castillo de Pambre, en Palas de Rei, muestra toda su grandeza ►Los Ozores, los Alba, los Ulloa y los Monterrei otearon desde sus torres
Castillo de Pambre
photo_camera Castillo de Pambre

SI PREGUNTA A los lugareños, es posible que todavía recuerden la leyenda de cómo el castillo de Pambre fue erigido en una sola noche por los ‘mouros’, esos seres mágicos de la mitología gallega que nada tienen que ver con las huestes de Táriq y Musa. La fortaleza es una de las señas de identidad del municipio de Palas, de la comarca de A Ulloa y de toda la Terra do Medio y su apertura al público este otoño después de décadas de abandono ha supuesto un auténtico acontecimiento para los vecinos de la zona. 

Durante los días que quedan de 2016, los interesados pueden conocer de forma gratuita el castillo de Pambre (de 12.00 a 17.30), cuyo recinto tendrá entrada de pago a partir del año que viene. No obstante y debido al importante número de visitas que se está registrando, el servicio de turismo del Ayuntamiento de Palas recomienda que se realicen reservas en las oficinas municipales para los grupos grandes. 

La vivienda del casero funciona en la actualidad como centro de recepción de visitantes, que cuenta con un centro de interpretación y que en un futuro tendrá también una sala de exposiciones y una cafetería. Ya en este punto, le habrán dicho que lo de los ‘mouros’ ha quedado en el imaginario popular porque Gonzalo Ozores de Ulloa, el noble que lo ordenó construir a finales del siglo XIV, tuvo que hacerlo con premura por las luchas de poder en las que estaba envuelto, que no eran otras que las disputas entre Pedro I El Cruel y Enrique II de Castilla. 

En el mismo emplazamiento en el que hoy se puede observar esta estructura cuadrangular de piedra granítica, con sus cuatro torres almenadas, había tenido lugar una batalla entre las tropas de Fernando Ruiz de Castro, partidario de Pedro I, y Pedro Ruiz Sarmiento, adelantado mayor de Enrique II. Vencido De Castro, tuvo que exiliarse a Portugal y a Inglaterra, donde fallecería. 

Gonzalo Ozores de Ulloa, que tuvo que pagar con la cárcel su apoyo a Fernando Ruiz de Castro y Pedro I, mantenía otra liza más local con los señores de Seixas, a quienes llegó a disputar sus posesiones en Curbián, Ambreixo, el castro de Seixas y San Paio de Narla.

La Liga da Montaña de la Galicia tardomedieval se decantó finalmente del lado del equipo de Gonzalo Ozores de Castro, que cuando se vio vencedor apuró a los suyos para levantar una fortaleza junto a las aguas del río Pambre, una de las arterias de la cuenca alta del Ulla. 

Se relaciona con las prisas en la construcción del castillo la multiplicidad de marcas de cantero que se han encontrado en sus muros y paredes. El historiador Manuel Vázquez Seijas había catalogado hasta 51 signos lapidarios diferenciados, pero investigaciones más recientes cuestionan que hubiesen sido tantos los constructores que se ocuparon de erigirlo. 

Desde el patio principal, el público se dirigirá hacia la capilla —existen indicios de que este lugarde culto sea anterior al propio castillo— y recibirá explicaciones sobre los enterramientos allí encontrados. 

Las obras de acondicionamiente han supuesto la habilitación de un entramado de pasarelas y escaleras de madera y acero, que sirven para palpar el grosor de losmuros de esta construción que, si bien había nacido en la Baja Edad Media con finalidad defensiva, cumplió durante la mayor parte de su vida activa un uso agropecuario. 

Es más, hasta hace no tanto tiempo, rebaños de cabras y ovejas, cerdos y bóvidos —Pambre era un lugar donde se llevaban las vacas "ao boi"— pasaban las noches y las invernías al resguardo de los muros centenarios. 

Con todo, los visitantes del siglo XXI pueden desde las troneras disfrutar casi de las mismas vistas —las especies caducifolias también han cedido aquí espacio a pinos y eucaliptos— que tenían los arqueros encargados de su defensa, y conocer la colonia de búhos que se ha hecho fuerte en la muralla. 

A la puerta de las torres, el viajero recibirá explicaciones de cómo los habitantes de la fortaleza aliviaban sus necesidades fisiológicas más básicas y de qué modo Pambre fue una unidad económica de autarquía con carbonería, una herrería para forjar armas y armaduras y su aljibe.

Las obras de acondicionamiento del castillo de Pambre permiten visitar la torre del homenaje incluso a las personas con movilidad reducida

Ese lugar privilegiado ofrece unas vistas espectaculares de la comarca

Por tener, el castillo de Pambre tiene hasta su propio fantasma; el de una doncella que aguarda por su caballero, en la más arquetípica tradición del amor cortés, que sitúa en este lugar del municipio de Palas las andanzas de un peregrino francés al que dieron cobijo el señor del castillo y sus dos hijas. Con el tiempo, el romero regresó para entablar relaciones con una de las muchachas, de la que se había enamorado, y todavía se pueden escuchar los lamentos de su hermana, que pena por un caballero que quiera desposarla. Este relato en clave Disney —damisela en apuros incluida— asociado a la fortaleza de Pambre poco tiene que ver con una historia de un edificio que pasó de las manos de los Ulloa a las de los Monterrei y, posteriormente, a la casa de Alba; que sobrevivió a las revueltas irmandiñas y que a punto ha estado de no resistir el siglo XXI.

A mediados del siglo XV, cuando la Edad Media llegaban a su fin, la pequeña nobleza agraria y villega —la Santa Irmandade— se levantó en armas contra la corona de Castilla y los grandes señores. Los irmandiños caparon fortalezas a lo largo y ancho de todo el país, pero Pambre resistió gracias a la astucia de Sancho Sánchez de Ulloa, que acudió a la Xunta Irmandiña de Melide de 1467 en un gesto de apoyo a los sublevados que le permitió salvar tanto el castillo como su propia vida. 

Ya en tiempos contemporáneos, las gentes de A Ulloa —y la Wikipedia— dan por bueno el relato de que un secretario del duque de Alba vendió el castillo a un vecino de Palas, Xosé Soto, por 27.000 pesetas. Existía un documento del siglo XVIII de aforamiento a perpetuidad en favor de Manuel Moreiras que hicieron valer sus descencientes en 1912. 

Los herederos de los Moreiras se vieron obligados a vender la propiedad en 1974 al conde de Borraxeiros y comenzó entonces un período de abandono contra el que lucharon distintos colectivos culturales y ecologistas de A Ulloa. 

El castillo de Pambre es hoy en día un monumento de titularidade autonómica, abierto a quien desee conocer un poco mejor la historia de Galicia. Hasta final de año será gratis.

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