Una gran noticia

Con rotundidad, el deporte olímpico español sigue confiando en Alejandro Blanco, que ha sido reelegido para un tercer mandato al frente de un COE que se ha transformado desde su llegada en 2005. Hasta aquel entonces era como una agencia de viajes que, cuando tocaba, organizaba un amplio desplazamiento a un determinado lugar; sin embargo, en la actualidad es el organismo con más prestigio del deporte de nuestro país. Su gran mérito es haberle dado contenido al Comité Olímpico Español, que se ha implicado de manera activa en el día a día de nuestro deporte, cuyas gentes lo tienen como referencia. Hace varios meses las federaciones deportivas pidieron que liderara la lucha por los recursos y cuando un deportista lo necesita sabe que las puertas del COE se abren. Ahí están los casos mediáticos de Cal o Mireia Belmonte, pero existen muchos más. La relevancia que ha adquirido el COE y, consecuentemente, su presidente molesta en diferentes ámbitos, acostumbrados a vivir en el inmovilismo. A Alejandro Blanco no sólo no le crecen los enanos, sino que se le encogen los enemigos (léase José Luis Sáez, que lo odia desde que no le dio una vicepresidencia; Jaime Lissavetzky, Gallardón, Urdangarín, Mercedes Coghen...), como escribió hace unos días Enrique Marín, y eso sucede como consecuencia de su gestión y honestidad, porque fue al COE a servirlo y no a servirse. Su gran reto de este mandato es conseguir los Juegos Olímpicos de 2020 para Madrid el próximo 7 de septiembre en Buenos Aires. Cualquiera en su posición hubiera preferido quedarse en una segunda línea de la candidatura, siempre con la atención de los focos por su cargo, pero sin jugarse nada; pero él no, por una cuestión de capacidad de trabajo. Blanco sabe que se juega una parte importante de su prestigio en el proceso de elección de la sede olímpica de 2020, especialmente porque sus enemigos le están esperando, pero seguro que no le preocupa.

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