Una perra abandonada halla a la anciana de Vilanova que había desaparecido

Manuel Ribeiro sostiene entre sus brazos a ‘Lúa’, la perra que salvó la vida de la abuela de Manuel Oubiña (dcha.). f.s.
photo_camera Manuel Ribeiro sostiene entre sus brazos a ‘Lúa’, la perra que salvó la vida de la abuela de Manuel Oubiña (dcha.). f.s.

El destino de ‘Lúa’ fue el de tantos otros perros al finalizar la temporada de caza: el abandono. Y se hicieron cargo de la perra en el Refuxio de Animais de Cambados, donde encontró un nuevo dueño, pero por poco tiempo, porque se la entregó a quien hoy se ocupa de ella.

Como es habitual, ayer por la mañana Manuel Ribeiro, un albañil en paro de 42 años, abrió el portal de su casa, situada en un lugar del municipio de Cambados llamado Xieles, de la parroquia de Corvillón. ‘Lúa’ se paseó por los lugares donde acostumbra a hacerlo, y pasados unos diez minutos escuchó la llamada de su dueño.

La perra atendió su requerimiento, pero no permitió que Manuel se acercase a ella, sino que se alejaba a medida que él trataba de aproximarse. Así consiguió hacerlo recorrer unos cien metros por un camino de tierra que comienza frente a su casa y finaliza en una pequeña rampa de cemento. Allí, cerca de una casa deshabitada y al lado de una parra, vio el cuerpo de una mujer tirado en el suelo.

Rodeado de cámaras, explicó que se acercó a ella y le dijo, «véñase para a casa», y que ella le respondió, «estou na finca». Desorientada, Ángela caminó unos pasos ayudada por Manuel, que después la llevó en brazos hasta la entrada de su vivienda.

Enseguida se percató de que se trataba de la anciana que era buscada desde el pasado lunes, día 7, tarea en la que él también había participado el jueves por la tarde. «O número da Guardia Civil seino eu», comentó Ángela. No era cierto, pero la Benemérita fue avisada y pronto acudió al lugar.

Mientras esperaban a que llegase una ambulancia, Ángela bebió pausadamente un vaso de agua y justificó su rechazo al ofrecimiento de que comiese algo con una frase, «non, que estou mal da gorxa». Acompañada por la familia de Manuel Ribeiro y de varios vecinos, permaneció sentada en una silla de playa.

«Agora vides», comentó al ver llegar a su hijo. «Outro máis», agregó a medida que se acercaban al lugar sus cinco nietos, ante un vecindario tan emocionado como sorprendido por la entereza y el buen humor de una anciana de 87 años cuyo destino había tenido en vilo a centenares de personas durante cinco días.

Manuel Oubiña, uno de sus nietos, reconoció que la moral ya empezaba a flaquear, y que a la tensión acumulada por el suceso se había sumado el malestar y la incomprensión creados por la noticia de que la Guardia Civil había decidido poner fin al operativo en la noche del jueves.

Refiriéndose al origen de la desaparición, Oubiña dijo que posiblemente se hubiese desorientado, y explicó que había combinado horas de caminata con otras de descanso, en las que estuvo sentada sobre una piedra. Conocedora de unos parajes a los que durante muchos años llevó a pastar a sus vacas, es probable que se internase por antiguos caminos que hoy están abandonados, indicó.

Como no habían perdido la esperanza de encontrarla con vida, estaban imprimiendo carteles en Vilagarcía cuando recibieron la llamada, que desató las emociones contenidas. Manuel Oubiña dio las gracias a todos cuantos participaron en la búsqueda de su abuela, al tiempo que reconoció estar tan sorprendido como todos los que lo hicieron, porque la zona donde la encontró ‘Lúa’ había sido peinada el día anterior. «Aínda non o creo», reconoció.

Fueron más de cien personas las que se involucraron en el operativo. Escudriñaron en pozos, invernaderos y casas abandonadas. Recorrieron, palmo a palmo, las parroquias de O Sixto, en Vilagarcía, y Tremoedo y András, en Vilanova. Se desplazaron a Corvillón, en Cambados, y bajaron al río Umia en Pontearnelas, lugares donde los perros de la Unidad Canina de A Estrada fueron incapaces de encontrar su rastro.

«Loxicamente, nestes casos o tempo corre en contra», comentó el coordinador de Protección Civil de Vilanova, Diego Abal, que no por eso bajó la guardia, al igual los miembros de la agrupación de Cambados. Tampoco los vecinos, de los que subrayó «o seu comportamento exemplar».

Ángela Borrageiros Serantes se encontraba a unos tres kilómetros de su casa, situada en Tremoedo, cuando la encontró ‘Lúa’. Abal desveló que cuando el personal de la ambulancia la trasladaba hasta el Hospital do Salnés, para ser sometida a un reconocimiento, expresó una preocupación: la suciedad de su sudadera de color blanco.

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