Joaquín Formigos: "En situaciones tan críticas solo piensas en ayudar a los demás"

Una 'prisión' de 2,5 kilómetros de túnel

Angustia, desesperación, impotencia y miedo entre los centenares de conductores atrapados el domingo en el túnel de A Cañiza. El arrojo de dos guardias civiles puso un final feliz a la tensa situación
Muchos automovilistas no dudaban en dejar atrás sus coches y huir de las llamas a pie
photo_camera Muchos automovilistas no dudaban en dejar atrás sus coches y huir de las llamas a pie

A las cinco de la tarde del pasado domingo, la oleada de incendios que sacudía el sur de la provincia ya era perceptible desde varios kilómetros de distancia. "Nada más entrar en Galicia ya se notaba el olor a quemado y el humo", asegura Manuel Martínez Carnero, natural de Ponte Caldelas, quien regresaba en coche por la A-52 con su familia de Madrid. "Somos todos colchoneros y veníamos de ver el Atlético-Barça".

Pero a pocos metros del túnel de A Cañiza la preocupación dio paso al dramatismo que transmitían las caras de cientos de conductores, literalmente atrapados en un monumental atasco. "Muchísima gente regresaba de vacaciones del puente, había muchos niños y personas mayores asustados, porque apenas se veía nada por la cortina de humo".

Las noticias que llegaban por whatsapp (muchas de ellas, bulos totalmente infundados) solo contribuían a reforzar la preocupación, que por momentos alcanzó niveles de pánico. "Algunas personas dejaron atrás el coche y se fueron caminando por la autovía en sentido Ourense".

Manuel, cabo de la Guardia Civil destinado en A Guarda, decidió que había que mover ficha. "La gente estaba bloqueada y necesitaba que alguien la guiase en un momento de máxima tensión". Con la ayuda de otro compañero que también estaba libre de servicio, de un camionero (que les prestó sus herramientas) y de algunos conductores, consiguieron abrir un hueco en la mediana, el suficiente para que los coches pudiesen cambiar de carril. "Mi compañero y yo nos identificamos como guardias, nos pusimos unos chalecos y regulamos el tráfico para que la gente pudiese regresar en sentido Ourense".

Los aplausos que iban recibiendo desde el interior de los vehículos les causaron una emoción difícil de olvidar. "Recuerdo especialmente un autobús lleno de portugueses, que estaban muy sensibilizados por lo que había ocurrido en su país con los incendios y que nos transmitieron toda su gratitud".

OTRO HÉROE. Mientras Manuel se encargaba de los coches que estaban en el exterior, un compañero suyo, del Subsector de Tráfico de Pontevedra, penetró en el interior del túnel para rescatar a los que estaban más cerca de las llamas. "La verdad es que le echó un par de narices", elogia.

Este segundo héroe, de nombre Joaquín Formigos, tampoco se lo pensó mucho a la hora de tomar una decisión. "Mi compañero se quedó junto al radar fijo cortando la circulación y entré con los destellos, para que me viesen bien, y pasando entre los coches mientras les decía por el altavoz que fuesen dando la vuelta poco a poco, que los iba a sacar de allí en dirección contraria".

Un mensaje que el agente repitió a lo largo de los 2.560 metros del túnel de Folgoso, el segundo más largo de España. "Después di la vuelta e hice que los coches aparcasen en el arcén. Con ayuda de un operario de mantenimiento, abrimos un guardarraíl y dieron la vuelta hacia la N-120".

Pese al dramatismo de la situación, Formigos no apreció situaciones críticas en el interior del túnel. "Los extractores funcionaban bien y la gente había apagado los motores. Había la lógica preocupación pero no se veían casos de histeria, como he leído por ahí. Los falsos mensajes de whatsapp tampoco ayudaron mucho". Tras rescatar a centenares de coches, el guardia hizo lo propio minutos después con tres autobuses y otros tantos camiones.

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