Una vilagarciana anuncia una huelga de hambre para exigir el cobro de la Risga

A pesar de que el Valedor do Pobo instó a la Xunta y a los concellos a acelerar al máximo los trámites que deben hacer las personas que solicitan la Renda de Integración Social de Galicia (Risga), la vilagarciana María M. Carrera Arijón está esperando una respuesta a su petición desde hace casi un año, y desde entonces come y duerme en las casa de una amiga de Vilaxoán.

Hoy, el Concello reconoció el retraso y anunció el envio del expediente a la Xunta, que deberá dar una respuesta a su demanda, y Carrera anunció que desde el miércoles protagonizará una huelga de hambre indefinida. De este modo, finalizará un curso de inglés para desempleados, «para que no puedan decir que no intento formarme ni buscar trabajo», dijo.

A María Carrera, de 39 años, la vida se le torció el día que pidió un préstamo para establecerse como autónoma al frente de un bar. «No puse máquina tragaperras para no fomentar la ludopatía», explica, y tampoco cobró el desempleo porque tendría que hacerlo antes de que transcurriese un año desde que dejó el trabajo que tenía.

Era el año 2003 cuando comenzó una andadura que finalizó en 2008. Y se encontró en la calle, «sin paro, sin recursos y sin coche», recuerda. Desde entonces fue de un lado a otro buscando empleo, consciente de que sus estudios, es Técnica Superior Administrativa, de nada le valdrán porque tendría que pelearse con licenciados para conseguir una plaza en una empresa.

«Nos creímos el cuento del autoempleo, que lo montaron para que parezca que es menor el número de parados, como sigue sucediendo hoy», lamenta. «Muchos caímos en la trampa y otros quedaron endeudados hasta las orejas», denuncia.

Trabajó en el sector de la hostelería, «con jornadas de 16 y 17 horas diarias», dice, «y, además, nos quitaban las propinas», añade. También encontró ocupación en el ramo de la alimentación, con contratos de días o semanas. Un accidente de tráfico fue la última palada de tierra sobre sus ilusiones, y hoy apenas tiene cotizados tres meses, por lo que no le asiste el derecho a un subsidio de desempleo y no le quedó otra opción que solicitar al Risga.

Estigma

Entonces, descubrió que pedir una renta destinada a quienes no disponen de ningún tipo de recursos para satisfacer sus necesidades básicas es una gestión estigmatizante para quien se encuentra en este trance.

«Lo terrible es que las víctimas se avergüencen de serlo y nos tiremos piedras unas a las otras, cuando el Gobierno debería hacer frente a sus obligaciones y en la Constitución figuran unos derechos que nos se cumplen», expone contrariada.

«Desde hace seis años busco algo digno porque no quiero que nadie me explote y no voy a prostituirme ni a mendigar», afirma con firmeza María Carrera. «Jamás viví por encima de mis posibilidades y no tengo nada que perder ni miedo. ¿Por qué tendría que callarme?», plantea.

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