El hostelero que da comida a un zorro: "Xa pensei que mataran a Monchiño, case me dá algo"

El hostelero de Rianxo que da churrasco a un zorro se recupera del susto. Creyó que el animal había sido arrollado, pero era otro ejemplar
Monchiño, no mesón ao que acode todas as noites en busca de comida
photo_camera Monchiño, no mesón ao que acode todas as noites en busca de comida

"Dixéronme que atropelaran a Monchiño, que estaba morto na estrada. Non o pensei, collín o coche e fun ata onde me indicaran, pero non era el, senón outro raposo máis vello. Menos mal, porque case me dá algo". Es el relato de Carlos Sobradelo, un hostelero de Rianxo que aún se recupera del susto vivido este jueves, cuando pensó que perdía a uno de sus mejores —y más peculiares— clientes: un zorro al que apodan cariñosamente Monchiño.

El cánido entró por primera vez hace un mes en el mesón rianxeiro de A Casilla en busca de comida, y desde entonces acude puntual todas las noches, entre las diez y las once. Su plato favorito es típico de Galicia y una de las especialidades del restaurante: el churrasco, lo que da muestra de la facilidad que tienen estos animales para mimetizarse con el entorno.

Carlos Sobradelo, el dueño del establecimiento, cuenta que Monchiño tiene un carácter muy "amigable" y que la química entre los dos surgió desde el minuto uno. "Un día avisáronme de que entrara un raposo e decidín botarlle de comer. Colleu a comida e marchou con ela. Aos dez minutos veu buscar máis", explica el hostelero, que incide en la preferencia del zorro por el churrasco. "O outro día dinlle o pescozo dun polo pero volveu con el de volta. O polo non lle vai", asegura Carlos, que el día del santo de Monchiño quiso tener un detalle con él y le ofreció magdalenas. "E tamén lle gustaron", afirma.

Y es que precisamente el nombre del animal proviene del santoral, porque se dio a conocer la víspera a San Ramón. "Estábamos a elixir un nome, alguén o propuxo e pareceume boa idea, tendo en conta que aquí aos Ramones os chamamos Monchos", cuenta Carlos.

Aunque el zorro es afable y en ningún momento se ha mostrado agresivo, sí da muestras de cierta timidez a la hora de tratar con humanos, lo que se aprecia cuando el establecimiento está muy frecuentado. "Normalmente entra pola porta principal, pero se ve que hai moita xente, entra pola de atrás. Vai comer ao aparcadoiro en busca de tranquilidade e cando acaba volve por máis, ata catro ou cinco veces", asegura Carlos, que incluso dispone de un servicio personalizado para Monchiño: un bol metálico llevado al restaurante específicamente para él. Además, el hostelero ha notado un repunte de clientela desde que está Monchiño, sobre todo de "pais con nenos".

TEMOR A LAS BATIDAS. Carlos es consciente de que en breve comenzará la temporada de caza del zorro y de que Monchiño corre peligro, "porque non o podo ter en cautividade". Teme que un cazador lo alcance pero confía "na sorte".

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