Zapatero se trabaja a la UPG

En unas de sus visitas a Galicia durante el bipartito Zapatero les preguntó a sus compañeros socialistas que tal les iba con el BNG. Se le quejaron mucho y le dijeron que los del Bloque eran ''unos desleales''. ''Pero si son los nacionalistas más responsables de España'', les respondió Zapatero, que ya había trabado una muy fluida relación con Francisco Rodríguez, líder de la Unión do Povo Galego (UPG) y verdadero jefe interno del Bloque. Cuando a finales de 2007, Zapatero recibió a Anxo Quintana en la Moncloa le expresó su disgusto por la retirada de Rodríguez.

De ese buen entendimiento entre Zapatero y Rodríguez, y su sucesor Francisco Jorquera, todo apunta que partió el homenaje que la Delegación del Gobierno en Galicia le tributó el miércoles a Moncho Reboiras,  muerto en agosto de 1975, con Franco todavía en vida, en un tiroteo con la policía, que reprimía así al grupo armado que la UPG trataba de crear contra la dictadura.

En el acto se entregó la declaración de reparación, prevista en la Ley de la Memoria Histórica y aprobada por el Consejo de Ministros en julio, a iniciativa del ministro de Justicia, el gallego Caamaño, y tras una intervención a favor del lucense Blanco. Según fuentes socialistas el expediente se puso en marcha a instancias del propio Zapatero. Y Antón Louro, delegado del Gobierno, pactó con la UPG darle al acto un enfoque familiar e institucional.

Se trata por tanto de un gesto presidencial que, curiosamente, no ha generado todavía la esperada crítica del PP. Y se produce cuando el BNG acaba de ratificar, en el último consello nacional, su propósito de ''redefinir e matizar a actuación no Congreso dos Deputados''. Se supone que esto significa marcar distancias respecto a Zapatero, que ha tenido en los diputados del Bloque uno de sus más fieles apoyos.

En la manifestación del 25 de julio reaparecieron los gritos de ''PSOE PP, a mesma merda é''. La huelga del metal de Vigo y el acuerdo del AVE entre la Xunta y el Gobierno situaron al BNG frente a socialistas y populares, aunque el Bloque sigue gobernando con el PSOE la mayoría de las ciudades y la mitad de las diputaciones.

Ahora, con el acuerdo de la financiación autonómica, Zapatero necesita menos al Bloque, porque ha recobrado el apoyo de ERC e ICV, pero quiere seguir contando con el apoyo de los nacionalistas gallegos, para asegurarse dos votos que pueden volver a ser cruciales. Para un BNG bajo mínimos, el de Madrid es un frente fundamental para dar señales de vida.

José Blanco se proyecta como la referencia socialista en Galicia
El ministro de Fomento y vicesecretario del PSOE, José Blanco, tiene previsto realizar dos actos en Galicia la próxima semana, sobre competencias de su ministerio, como el salvamento. Se reforzará así la impresión de los últimos tiempos, en los que Blanco se proyecta como la referencia del PSOE en Galicia, aunque él ya haya aclarado que no aspira a presidir la Xunta y que apoya como próximo candidato a Pachi Vázquez.
De los dos vicepresidentes al hiperpresidencialismo

El líder del PSOE gallego, Pachi Vázquez, está teniendo serias dificultades para articular una estrategia coherente y articular un discurso sólido. Sin embargo, nadie le gana produciendo titulares contundentes, como el del mes pasado de que en la Xunta ''hai un presidente o resto están para dar tabaco''. Con esa frase incidía en la falta de peso político en el gobierno gallego, en el que sólo lo aporta Alfonso Rueda, conselleiro de Presidencia y número dos del PP de Galicia.

Sin embargo, a Pachi también se le podría decir que por lo menos ahora hay un presidente, ya que en el bipartito en realidad había dos vicepresidentes, Quintana, de la minoría del BNG, y Touriño, de la mayoría socialista, como se puso de manifiesto en el concurso eólico, cuando el PSOE, azuzado por algún poder fáctico, atacó duramente la actuación del Bloque sin tomar las medidas que se deberían derivar de esas críticas.

Del modelo de los dos vicepresidentes la Xunta pasó al hiperpresidencialismo de un Feijóo, más intervencionista en las consellerías que el propio Fraga, que no se ponía a hacer nombramientos de directores generales como si ha hecho el actual jefe del Gobierno gallego. Es un formato que a Feijóo le está funcionando bien en esta fase de vino y rosas, de la que también disfrutó el bipartito en su momento.

Feijóo da la imagen de que toma decisiones de austeridad contra la crisis y enfrente de él tiene muy poco, tras quedar noqueados socialistas y nacionalistas. Pero ya se ha empezado a notar que cuando Feijóo se vuelca en un asunto, como la financiación autonómica, la Xunta desaparece de los otros frentes que puedan estar abiertos simultáneamente.

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