La lluvia no impidió a los marinenses tomar la calle otro año más para celebrar su tradicional San Miguel.
Los festejos dieron comienzo en la Casa Consistorial, donde autoridades del Gobierno y de la policía local, la Escuela Naval, la Xunta de Galicia y armadores y marineros, se reunieron con los condecorados de este año. El presidente del Ateneo Santa Cecilia, Lois Dopazo, fue el encargado de inaugurar el acto, con un discurso en el que quiso destacar el contexto histórico de la danza y su importancia como "patrimonio histórico do noso pobo", destacó, señalando además su posición "arraigada á nosa cultura". María Ramallo quiso también poner en valor la fiesta que "todos estamos obrigados a preservar", declaró. Las gaitas le pusieron fin al acto entonando el himno de Galicia y dando pie a la salida de los danzantes hacia la misa tradicional en el Templo Nuevo.
La música no dejó de sonar ni un minuto cuando los marinenses de los cuatro grupos de danzantes se reunieron frente a la entrada de la iglesia y, de más pequeños a más mayores, llevaron a cabo las danzas cumpliendo la promesa anual de rendirle homenaje al patrón de los marineros sin importar los resbalones que se sucedieron con motivo de la fuerte lluvia que acompañó al evento toda la mañana.
Once personas recibieron menciones de honor por su participación en el emblemático baile
La procesión que habitualmente acompaña a la danza a lo largo de la villa fue suspendida por las inclemencias meteorológicas, cancelando con ella el recorrido habitual y las actuaciones previstas en la Alameda. La comitiva caminó sin embargo hacia la Praza de España sin la compañía del santo, al compás de las gaitas y con los paraguas en mano, donde solo uno de los grupos llevó a cabo la actuación. EL día grande de la villa terminó con la subida por la rúa Echegaray hacia la Praza do Reloxo para bailar una última vez frente a la estatua de los niños danzantes, en honor a la tradición, y rendirle homenaje con una ofrenda floral y la colocación de los fajines a las dos estatuillas.