La localidad buenense, junto con Moaña, es una de las 37 de la provincia que se han quedado fuera de la lista negra de las restricciones. Ambos municipios se libraron de que su hostelería tuviese que echar el cierre y de tener que relegar las reuniones con amigos a dentro de un mes, como mínimo. Sin embargo, la situación de los concellos colindantes, como Cangas y Marín, perjudicaron indirectamente a la vida económica de Bueu, que durante la mañana del sábado vio mermada su actividad, tanto en los comercios como en los bares, cafeterías y restaurantes.
Ya las calles de la localidad no presentaban la típica imagen que suelen tener los sábados por la mañana con bares a rebosar y el Mercado completamente lleno de gente, al igual que las tiendas de ropa o supermercados. Tan solo unos cuantos rezagados quisieron salir a hacer la compra habitual del fin de semana. Ni siquiera los bares y cafeterías tenían vida. El tiempo tampoco acompañó; un freno más en una larga lista de impedimentos que encabeza la preocupación con respecto a lo que pasará con la evolución del virus en Bueu.
"A xente ten medo e iso nótase. Tamén se viu que na rúa non anda ningúen", comentan algunos de los placeros del Mercado, mientras despachan las últimas piezas de pescado de la mañana. Acostumbrados a tener una jornada de incansable trabajo, los vendedores notaron un gran bajón en las ventas. "Tivemos xente si, pero non o que temos normalmente. Aquí vén xente de Vigo, Pontevedra, Cangas e Marín a comprar e co tema das restricións non puideron vir. Iso notouse moito", explican.
La carga de trabajo fue muy similar a la que tuvieron en el confinamiento. Y esto tan solo es el principio de un largo mes que esperan con incertidumbre.
"Non sabemos o que vai a pasar. Nin agora nin de cara ao Nadal. Se isto segue así van ser unha festas moi distintas e vaise vender menos e menos aínda coa hostelería pechada. O luns comeza a campaña da centola, a quen lla vendemos? A ninguén, e para tirar con ela xa non a colleremos na lonxa. Os peores parados aquí tamén van ser os pescadores", dicen con preocupación.
Pero el Mercado de Bueu no fue el único lugar donde se notó un bajón de gente. También los hosteleros del municipio sufrieron las consecuencias del cierre perimetral del resto de concellos. "Los sábados por la mañana es casi como un día de semana con respecto a la gente que viene a hacer recados. Aprovechan y se toman algo. Ya ves que apenas hay gente y la poca que hay es de aquí", relatan los encargados del bar Meco, un local situado en una zona estratégica entre el Mercado y la zona comercial. "Aquí también tenemos miedo de que suban los casos y nos cierren, pero por lo menos tenemos la esperanza de que podemos seguir trabajando", remarcan.
Lo mismo expresan los comerciantes que, preocupados, también hicieron una valoración muy negativa de la mañana del sábado. "Entre la preocupación de la gente de aquí a contagiarse y que la gente de otros sitios no puede venir, casi no hubo nadie. A estas horas un sábado ves a un montón de gente paseando y tomando el vermut", explica la dependienta de la zapatería Pepeluchos.
Ahora solo queda esperar. Así lo afrontan los buenenses, con miedo y preocupación a ser los siguientes en tener que echar el cierre de sus negocios.
