La despedida de un veterano del comercio local

► La librería Maky, un octogenario negocio del municipio marinense, echará el cierre después del verano debido a su inestabilidad económica
El cartel que anuncia el cierre de Maky. SCT
photo_camera El cartel que anuncia el cierre de Maky. SCT

‘Liquidación por cese de actividad’. Estas cinco palabras, plasmadas en un cartel de color verde fosforito y ocupando todo el escaparate, aparecieron hace unos días en la librería Maky. El negocio, uno de los más emblemáticos de Marín, echa el cierre de forma definitiva tras aproximadamente ocho décadas en funcionamiento. Los cambios en los hábitos de compra de los clientes en primer lugar y la llegada de la pandemia de Covid-19, más tarde, son las dos razones que llevaron a este local, un referente en el sector de la papelería para diferentes generaciones de marinenses, a una situación económica de no retorno.

"Todo empezó hace unos años, cuando se permitió que los colegios privados y concertados  comenzaran a vender los libros escolares; se convirtió en una competencia desleal para los comercios", explica el actual gerente de la tienda, Carlos Vidal.  Aunque Maky cuenta con todo tipo de artículos de papelería y regalería, su punto fuerte siempre fue la venta de libros y manuales de texto, lo que hacía que cada mes de septiembre cientos de personas abarrotaran el local para adquirir el material para el curso. 

Vidal asegura que esta práctica en los centros educativos "nos hizo flojear en nuestro gran pilar, perdimos el 80% de las ventas, ya que en el resto del año estas no eran lineales". A ello se sumó la llegada de la pandemia, que dejó a los establecimientos del comercio local en jaque durante meses. 

El actual gerente de Maky, Carlos Vidal. SCT
El actual gerente de Maky, Carlos Vidal. SCT

Pese a los intentos de revertir la situación con productos más modernos enfocados a la juventud -coleccionables como las figuras Funko Pop-, esta se volvió insostenible: "Intenté aguantar más; no era una decisión fácil porque son muchos años, pero ya nos habíamos endeudado mucho". Gestionar un cambio de gerencia, tal y como apunta Vidal, "tampoco fue posible".

Finalmente, la decisión de cerrar Maky se tomó hace unas semanas, a pesar de que "tanto a mí como a mi familia nos da mucha pena", apunta el gerente. El cese de la actividad, que todavía no tiene fecha fija, se espera, según adelanta, "para el mes de septiembre". Hasta ese momento, Vidal y su familia se despedirán del negocio y de la clientela intentando liquidar los artículos que tienen acumulados.

Historia del negocio

Antes de que Carlos Vidal y su mujer asumieran la gerencia de Maky en el año 2008, la tienda estaba dirigida por Consuelo ‘Chelo’ Maquieira, hija del reconocido fotógrafo Manuel Maquieira -cuyo apodo inspiró el nombre de la tienda- e impulsor del negocio en la década de los 40. Cuando Chelo se jubiló no quería dejar el comercio en manos de cualquiera y, según cuenta el propio Vidal, "fue la estrecha relación de los Maquieira con la familia de mi mujer, que además había trabajado aquí de joven, lo que nos animó a hacernos cargo".

Carlos recuerda con melancolía sus inicios en la tienda, que "coincidieron con la crisis económica del 2008, ya empezamos mal", bromea. Cuando se puso al frente del local pasó dos semanas con Maquieira para aprender el oficio, ya que su objetivo era "seguir con la filosofía de Chelo". Pero fue él quien, al poco de empezar, se encargó de informatizar la tienda, que hasta el momento funcionaba con los métodos tradicionales.

En cuanto a la rentabilidad del negocio, Vidal asegura que él siempre tuvo y continúa teniendo otro empleo y que "nunca vivimos de la tienda". "No ganábamos mucho, pero bueno, era un suplemento económico", cuenta Carlos, quien admite que la papelería "aunque da mucho trabajo, es algo que me apasiona".

Entre los puntos diferenciadores del local, el gerente destaca que en Maky "había artículos que no había en otras papelerías; siempre intentábamos conseguir lo que nos pedían, incluso aunque nos supusiera una pérdida". Así mismo, Vidal se siente orgulloso de haber mantenido durante 15 años uno de los negocios más emblemáticos de la localidad y está convencido de que los marinenses "nos van a echar de menos".

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