"La etiqueta es una herramienta para vender de forma transparente"

Elena González, consultora y especialista en seguridad alimentaria, explica alguna de las claves para leer los etiquetados
Elena González. B. B.
photo_camera Elena González. B. B.

EL SECTOR de la alimentación está en plena revolución. Con la aparición de productos innovadores, sustitutivos de los alimentos tradicionales o el auge de la dieta basada en productos vegetales, los supermercados van cambiando su oferta y el consumidor debe adaptarse rápidamente. Conocer de cerca qué deben tener esas etiquetas es también responsabilidad de los empresarios, una información que esta semana pasada se ha ofrecido a través de AJE y el Concello de Marín en el Espazo Emprendedor, de la mano de Slow Food Compostela y Elena González.

¿Cuál era el objetivo del curso?
Se estaban detectando bastantes confusiones a la hora de etiquetar todo tipo de alimentos, tanto envasados como no. La legislación es bastante compleja, hay una normativa a nivel europeo que lo regula todo, pero luego hay otras a nivel nacional en función del tipo de alimento. La idea del curso era un poco enseñar a manejarnos con este tipo de legislación, a donde nos tenemos que dirigir y qué cosas tenemos que tener en cuenta que sean importantes.

¿Es importante esta información solo para el empresario?
Es interesante para todas las personas, también para los departamentos de comunicación de las empresas por ejemplo, porque a veces el marketing se enfrenta al etiquetado obligatorio. Al final la etiqueta tiene que ser una manera de indicar al consumidor lo que es realmente ese alimento, no puede llevar a error. Es una herramienta para vender ese alimento de forma transparente. De cara a las personas que tengan algún tipo de intolerancia o alergia, el etiquetado es fundamental para ellos.

El consumidor se enfrenta diariamente a contradicciones con las etiquetas, ¿hay un vacío legal en la normativa para que esto ocurra?
Hecha la ley, hecha la trampa. Tú puedes decir que son alimentos light si tienen un menor porcentaje calórico o de grasa, pero eso no quiere decir que no tenga una cantidad mucho más alta de azúcar. Un alimento, para que sea atractivo al paladar, tiene que tener grasas, sales o azúcar.

¿Obligan los cambios sociales a mantener la legislación en continua revisión?
Sí, la Sociedad Española de Seguridad Alimentaria y la Comisión Europea van sacando notas aclarando determinados puntos que no llegan o que no están claros porque las casuísticas son innumerables. Es posible que el año que viene haya una revisión del etiquetado a nivel europeo (el reglamento actual es de 2011) porque los tiempos van cambiando. Ahora es importante también, y se está planteando incorporarlo a la legislación, el desperdicio alimentario, porque nos da la fecha de caducidad, la fecha de consumo preferente...

En cuanto a este tema, recientemente se ha lanzado una campaña para impulsar a la gente a ver, oler y probar los productos dejando de lado la fecha de consumo preferente, ¿es recomendable?
Esa campaña en concreto me sorprendió porque en seguridad alimentaria lo que decimos es que no te puedes fiar del olfato, ni de la vista ni del gusto, porque un alimento puede tener una apariencia olor o sabor normal y estar contaminado. Por ejemplo, una lata de atún puede tener una toxina botulínica, que se produce en las latas de conserva mal selladas y que es incolora e insípida. Fiarte de los sentidos no siempre funciona. Hay casos en los que sí, como la fruta, pero no siempre es sencillo, es necesario especificar.

¿Cómo debería entonces el consumidor diferenciar?
En el caso de una fecha de caducidad no se puede hacer eso. Si esa fecha se supera da igual que el producto tenga buen aspecto o no, no se puede consumir porque la fecha de caducidad te indica a partir de qué momento ese alimento no es seguro. Otra cosa es la fecha de consumo preferente, si tienes un producto con una fecha de consumo preferente para mañana y te lo comes dentro de una semana, no te va a pasar nada. Por ejemplo unas galletas.

La empresa Danone anunció recientemente que eliminaría la fecha de caducidad de la mayoría de sus productos, ¿es esto seguro?
En los yogures en concreto no se necesitaría una fecha de caducidad porque son productos envasados y refrigerados, por lo que es muy difícil que se contaminen. Son muy ácidos, con un PH bajo que hace que sea más difícil que se reproduzcan microorganismos patógenos. La tercera pata es que el yogur tiene bacterias vivas, los fermentos, que son beneficiosas para nosotros y que además impiden que se reproduzcan otras bacterias u hongos. Realmente un yogur sigue siendo seguro una semana después, por ejemplo, de que haya caducado, pero porque tiene estas características concretas.

"Lo ideal sería que las etiquetas fuesen el producto con información obligatoria y sin ningún reclamo publicitario"

¿Podemos fiarnos aquí del olor y el sabor?
Sí, en este caso sí, o ver que no tenga nada raro. El yogur es uno de esos productos que deben tener fecha preferente más que de caducidad.

¿Estamos avanzando hacia un futuro con un etiquetado más sencillo o deberá ir el propio consumidor a este tipo de cursos para entenderlo?
Creo que se está buscando que, por un parte el consumidor esté mas informado, pero también que la información que le llega sea cada vez más clara y transparente para que los consumidores podamos hacer elecciones completamente conscientes de lo que estamos adquiriendo.

Cada vez más, los productos poco saludables se convierten ,especialmente los infantiles, en los más llamativos del supermercado. ¿Cómo afecta esto al consumidor?
Eso entraría también en seguridad alimentaria, si por ejemplo un yogur bebible con un 20% de azúcar te indica que contiene vitaminas y minerales, está dando a error, pero sigue siendo legal porque la información está ahí. El consumidor en ocasiones se queda solo con reclamos frontales, que sería tal vez lo que hay que cambiar, que no se puedan poner esos reclamos tan grandes cuando el alimento es insano. Lo ideal sería que las etiquetas fuesen el producto con la información obligatoria sin ningún reclamo publicitario, aunque es algo inviable en el mundo en el que vivimos, pero sí se esta teniendo en cuenta de cara al futuro.

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