La joya patrimonial olvidada de Marín: los años hacen mella en el Pazo do Cadro

Con más de 400 años de historia y un proyecto hotelero frustrado, el edificio languidece ante el paso de los años
Una foto de archivo del Pazo de Cadro en 2003. ADP
photo_camera Una foto de archivo del Pazo de Cadro en 2003. ADP

El tiempo ha dejado en el olvido una de las joyas patrimoniales del municipio marinense. Con siglos de historia y un enclave privilegiado, el Pazo de Cadro es ahora un recuerdo del hogar que un día fue. Situada en el lugar de Cadrelo, en la parroquia de Santo Tomé de Piñeiro, esta casa señorial es el pazo más antiguo del municipio y está actualmente en manos del banco Santander.

La edificación, que data de entre los siglos XV y XVIII, aparece aforada en 1590 a la familia aristocrática de los Romay, una de las más importantes de Galicia. El Pazo o Palacio de Cadro fue una de sus residencias habituales y está registrado como tal en un documento del 1732 en el que se habla de su difunto dueño, Xosé Ignacio de Romay Armada e Soutomaior, y de sus hijos y herederos, Fernando y Antonio, explica el historiador marinense Celso Milleiro.

La parte más antigua de la casa es su torre, la matriz, datada en el siglo XV, y de la que surge el resto de la construcción, que pertenece al siglo XVIII. En el extremo derecho de su planta en forma de L se encuentra una capilla y en sus jardines llegó a albergar hasta un total de tres piscinas diferentes, entre ellas una dedicada en exclusiva para perros. La parcela tiene un tamaño aproximado de 20.000 metros cuadrados, de los que 600 son ocupados por el propio edificio.

SIGLO XV. De la familia Romay pasó 300 años más tarde, presumiblemente por matrimonio, a los Cea-Naharro, explica Milleiro. Tras la muerte de su propietario, Eduardo Cea Naharro en 1929, quedó en manos de su nieta Dolores Cea Rey y, finalmente, después de pasar por las manos de otra familia de apellido Osorio, lo adquirió el Concello de Marín tras un pago de un millón de pesetas en 1953.

No sería hasta los años 60 cuando la edificación encontrase a la persona que le daría vida de nuevo durante varias décadas.

El pazo está actualmente en estado de abandono y es propiedad del banco Santander

LOS 60. La escritora y periodista sueca Christina Lilliestierna adquirió el lugar en 1965 por el mismo precio que pagó el Concello, más una peseta. La autora haría del pazo su hogar y el de su marido de origen francés, Jean Novial, durante el resto de sus vidas.

Su experiencia en Cadro marcaría un antes y un después y sería la inspiración detrás de uno de sus libros: "Vivir na fin do mundo", pero no el único, ya que entre las paredes de este lugar, Lilliestierna dio vida a doce novelas.

La hospitalidad de la familia es todavía recordada por aquellos que tuvieron la suerte de vivir a su lado. Los vecinos de la zona que crecieron junto a ellos recuerdan todavía los días de verano que pasaban en la piscina y en los jardines, así como la tradicional Misa del Gallo que cada Nochebuena celebraba la familia en la capilla del pazo, un evento al que estaban todos invitados y que siempre se acompañaba de un pequeño convite.

La periodista Tensi Gesteira recoge en su blog Lecturafilia una parte de esa obra basada en sus viviencias en Marín, lugar del que se enamoraría para siempre. En sus palabras, "é neste lugar do mundo onde un día penso morrer na miña cama. Sabelo dá unha gran tranquilidade". 

Así, y tal como ella misma lo sentenció, Lilliestierna falleció en el Pazo de Cadro en el año 2000, después de ocho años sola al frente del hogar familiar tras la muerte de su marido en el 92.

Sus herederos se hicieron cargo de la propiedad, que quedaría prácticamente vacía tras vender y regalar la mayoría de los muebles y obras de arte que llenaban el espacio. De sus manos pasaría tres años después a la empresa viguesa Espiña y García, cerrando así su última etapa como hogar.

Durante el tiempo que estuvo en venta, el Concello se planteó comprarlo de nuevo, pero ante la falta de ayudas económicas por parte del Gobierno autonómico y de recursos propios, esto nunca llegó a ocurrir.

LOS 2000. Con la idea de convertir el espacio en un complejo hotelero, la compañía viguesa pagó a principios de 2003 una suma de aproximadamente 1.200.000 euros a los herederos.

Un año más tarde se hizo público el ambicioso proyecto que la empresa planteaba en la zona, con una reforma de más de dos millones de euros y una idea clara para convertirlo en un hotel rural.

La iniciativa incluía la renovación del edificio ya existente y la creación de nuevas construcciones para albergar un restaurante, un apartahotel y varios bungalós dentro de la finca. El plan recogía también tres zonas para aparcar, una estación depuradora, una zona subterránea para recogida de basura y hasta una nueva piscina.

Sin embargo, el proyecto nunca llegó a ver la luz. Según ha comunicado el departamento de Patrimonio de la Xunta a este diario, la solicitud de la empresa para llevar a cabo una rehabilitación en el pazo fue recibida en 2003, pero no fue posible completar la tramitación debido a la falta de respuesta por parte de los solicitantes ante un requerimiento solicitado.

Desde entonces, el pazo cayó en el olvido y el deterioro comenzó a hacerse evidente en todo el lugar. En 2018, ante persistentes actos vandálicos, el Concello solicitó una orden de ejecución de obras a requerir a la propiedad para tratar de conservar la edificación, una intervención que fue aprobada.

El Concello de Marín no tiene en marcha un proyecto sobre el espacio "a pesar de la valía que sabe que tiene", ya que "carece de recursos suficientes"

2021. El Pazo de Cadro es ahora propiedad del banco Santander y no existe a día de hoy un proyecto sobre la mesa del Concello de Marín para adquirirlo. "A pesar de la valía que sabemos que tiene", la oportunidad de llegar a un convenio con los propietarios o a una posible expropiación no se ha dado y se carece de fondos suficientes para poder llevarlo a cabo, señalaron fuentes municipales.

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