Las lágrimas y el luto invadieron Marín con un multitudinario adiós a la Sardiña

La localidad retomó, tras dos años de parón, la celebración del Enterro da Sardiña, uno de sus eventos más antiguos ▶ Cientos de personas acompañaron con gritos de sufrimiento la procesión, que terminó arrojando al pez en el mar

Un cielo encapotado desde la mañana ya anunciaba que el de este miércoles sería un día lúgubre en Marín. Después de dos años de obligado parón, la localidad se volvió a vestir de luto para celebrar el tradicional Enterro da Sardiña, organizado por el Ateneo Santa Cecilia y uno de los eventos más antiguos del municipio. La lluvia respetó la triste procesión, con la que los marinenses dieron un último y multitudinario adiós a la figura representativa de su Entroido por el Miércoles de Ceniza.

La representación de un velatorio y una banda sonora fúnebre en el Palco de Música de la Alameda sirvieron para ambientar durante toda la tarde la lacrimógena jornada. Decenas de personas visitaron la capilla ardiente de Dona Sardiña, donde había un libro de firmas con dedicatorias a la fallecida, así como pan de maíz y vino tinto para acompañar el dolor.

Al acercarse el inicio de la procesión, el féretro dejó el Palco para incorporarse a la comitiva, compuesta por el Bispo y sus ayudantes, las viúdas, los cardenales y demás autoridades. En este traslado, la sardina sufrió una accidentada caída, momento que supuso un paréntesis en la tristeza y provocó risas en los presentes.

La solemne procesión, "unha parodia, un cachondeo moi serio", tal y como indicó el presidente del Ateneo, Lois Dopazo, arrancó cuando las campanadas marcaron las ocho en punto. Decenas de velas y los acordes de la Banda de Música del Enterro se sumaron para acompañar al catafalco, que subió por la calle Jaime Janer y, tras pasar por Busto de Abaixo y Doutor Touriño, llegó a una abarrotada Praza do Reloxo, donde tuvo lugar la lectura del pregón.

"Este ano a sardiña e todos os peixes da ría están de loito". Así dio comienzo el sermón del ayudante del Bispo, que se mostró crítico con el Tribunal Supremo por prorrogar la concesión de Ence hasta el año 2073.

Entre los clásicos gritos de ¡Chorade, chorade!, la lectura hizo mención a la falta de médicos en la parroquia de Seixo, señalando que "a Corporación do PP non está pola saúde, non sabe, non existe". En esta línea, el pregonero señaló que "en Marín un pode morrer en calquera momento", ya que un lorcho amigo de la sardina fue al supermercado y le cayó encima una cornisa, haciendo alusión a la caída de cascotes que tuvo lugar hace algo más de dos semanas en la calle Méndez Núñez.

El sermón continuó con referencias y críticas a cuestiones municipales de actualidad, como la caída de cifras de población, "case menor que a de Bueu", o la construcción del Auditorio.

Tras este, la comitiva volvió a formarse para dirigirse al Paseo Alcalde Blanco, donde la sardina fue tirada al mar entre las lágrimas y el sufrimiento de cientos de asistentes.

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