Llegar al Pitanxo costará más de 3 millones y solo se podrá intentar con buen tiempo

La CIAIM inicia los trámites para licitar la operación la semana que viene  Se empleará un buque oceanográfico y robots submarinos para encontrar el pecio a mil metros de profundidad e inspeccionar el exterior del barco
Imagen de archivo del buque Villa de Pitanxo. DP
photo_camera Imagen de archivo del buque Villa de Pitanxo. DP

Lo anunció la Comisión Europea y se ratificó ayer. Un equipo submarino bajará al Villa de Pitanxo para inspeccionar el buque e investigar las causas del naufragio que acabó con la vida de 21 de los 24 marineros que iban a bordo. La Comisión Permanente de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (CIAIM) ha iniciado los trámites para llevar a cabo las operaciones de búsqueda, localización e inspección submarina del pesquero hundido en aguas del Atlántico Norte a unos 450 kilómetros de las cosas de Terranova el 15 de febrero de este año.

La noticia marca un punto de inflexión en la lucha de las familias por esclarecer lo ocurrido antes del naufragio.

Fuentes de la CIAIM sostienen que en las últimas semanas ya se habían elevado consultas a varios organismos de la Administración General del Estado que gestionan buques de navegación oceánica para evaluar, por una parte, las capacidades técnicas de esos barcos, así como sus tripulaciones, sistemas y equipos disponibles para llevar a cabo la operación.

Además, se estudiará la posibilidad de emplear esos medios a la investigación del naufragio del pesquero marinense.

El pasado 26 de octubre, la Comisión Europea ya había anunciado que el Gobierno español había puesto en marcha los procesos y licitaciones necesarias para emprender la bajada al pecio. No fue hasta este viernes cuando el Ejecutivo de Pedro Sánchez se lo comunicó a las familias.

"En estos casos se utiliza un sónar para mapear el fondo marino, y en función de la profundidad y de las dimensiones de la zona a explorar, esta puede ser una tarea tediosa, y por lo tanto, costosa

Según fuentes del CIAIM, órgano independiente de la administración, adscrito al Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, para acometer una operación de estas características, que implica la búsqueda, localización en inspección del pecio con garantías en el plazo más conveniente, es preciso contar con compañías privadas especializadas, que dispongan de los buques oceanográficos necesarios, los equipos submarinos idóneos y de dotaciones específicamente formadas.

Fuentes cercanas a este organismo, encargado de la investigación técnica de los accidentes marítimos en España apuntaban meses atrás que la operación podría superar los tres millones de euros.

La misión de descenso al Pitanxo podría llevarse a cabo entre los meses de mayo y junio del año próximo, teniendo en cuenta que es la época con mejor meteorología para proceder al descenso.

¿Cómo se va a proceder para acceder al Villa de Pitanxo?

Las primeras estimaciones apuntan a que las operaciones se desarrollarán en varias fases. Inicialmente se explorará el fondo marino en el punto del hundimiento del buque y en el área circundante donde sea más probable encontrar el pecio.

A pesar de que la búsqueda podría no arrojar resultados, pues dependiendo de la rapidez del hundimiento y las corrientes marinas en la zona el pecio puede haberse posado en el fondo a una distancia considerable, la CIAIM considera que es probable encontrarlo cerca del lugar del accidente.

Tras la localización del pecio, se procederá a su inspección visual mediante un vehículo operado remotamente (ROV) dotado de cámaras para examinar distintos aspectos del buque, sus equipos, de los artes de pesca y del fondo marino, que puedan resultar de interés para la investigación de seguridad. Desde su creación en el año 2008, la CIAIM ha recibido más de 2500 notificaciones de accidentes marítimos.

Lo primero, encontrar el pecio

Dos son las principales dificultades a la hora de llevar a cabo la operación de descenso al Villa de Pitanxo, según expertos consultados. El primero de los problemas es encontrar el pecio, sostiene el fundador y director del Laboratorio de Visión y Robótica Subacuática de la Universitat de Girona, el catedrático vigués Rafael García Campos. "Primero hay que econtrar el pecio", señala. "En estos casos se utiliza un sónar para mapear el fondo marino, y en función de la profundidad y de las dimensiones de la zona a explorar, esta puede ser una tarea tediosa, y por lo tanto, costosa". Una vez localizado el barco, entramos en la fase de inspección, para lo que se utiliza tecnología ROV (Remotely Operated Vehicle). "Es un robot que está conectado con el barco nodriza desde el que se lanza a través de un cable y la movilidad que tiene es muy pequeña, se mueve muy despacio y normalmente tienes que mover el barco junto con el robot. Por ello necesitas un barco que tenga posicionamiento dinámico, de forma que pueda mantener su posición en la zona en la que está trabajando el robot", explica el catedrático, que en los últimos años lideró más de veinte proyectos de investigación centrados en procesamiento de imagen y desarrollo de robots submarinos autónomos. "Imagínate que estás en una zona en la que el barco vaya a la deriva por las corrientes. Todo ello incrementa el coste también".

Otra de las complicaciones la representa la zona donde se hundió el barco debido a la meteorología, por lo que "la única ventana de oportunidad que tienes de descender al pecio es en verano, cuando hace buen tiempo", señala García Campos. "En una ocasión, en la dorsal atlántica, hace doce o trece años, cuando se cayó el avión de Air France en Brasil, nos cancelaron la campaña porque el barco en el que yo estaba se iba a buscar el avión. Reprogramaron la campaña en septiembre y ya casi no pudimos trabajar por el mal tiempo", apunta el científico.

Visión submarina

La limitación de la visión es otro de los problemas a los que tendrá que hacer frente la CIAIM con tecnología. Una vez se localice el barco, se descenderá con el robot que lleva las cámaras y su propio sistema de iluminación. "La visión que se tiene con el robot es como observar las cosas a través de un tubo, cuenta con un campo visual muy pequeño. En esa zona puedes tener una visibilidad de tan solo unos pocos metros", sostiene García Campos. "Cuesta tener una visión de conjunto cuando se explora un pecio a esa profundidad".

Otro problema añadido, advierte el catedrático, es la existencia de redes en el entorno del barco que pongan en riesgo el funcionamiento del robot. "Si hay un problema de redes existe el peligro de que el robot se enganche, tanto si bajas con un robot teleoperado como con uno autónomo. En este caso no hay tecnología para detectar la red. La única solución es ir muy despacio", añade.

El catedrático pontevedrés explica que en este tipo de batiscafos toda la electrónica va instalada en cilindros cuyo grosor se calculan en función de la profundidad a la que se va a descender. "Nosotros hemos desarrollado un robot que baja a mil metros", dice el investigador de la universidad catalana. "Piensa que cada diez metros de agua se incrementa la presión en una atmósfera más. A 1.000 metros de profundidad el robot debe soportar 100 veces la presión atmosférica", concluye.

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