Un gallego, candidato a bajar al Villa de Pitanxo

Héctor Salvador, explorador de talla mundial, es candidato a bajar al pecio a los mandos de un vanguardista submarino recién presentado. Pero no se puede descender a ciegas: antes es necesario hacerlo con robots
El Aurelia, presentado esta misma semana en el puerto de Barcelona, y Héctor Salvador. EP
photo_camera El Aurelia, presentado esta misma semana en el puerto de Barcelona, y Héctor Salvador. EP

El ingeniero aeronáutico y explorador de Lugo Héctor Salvador es el primer candidato para bajar al pecio del Villa de Pitanxo. Que acabe siendo un gallego quien descubra los restos de la mayor tragedia marítima en la historia reciente de la comunidad no sería ni una coincidencia ni un hito buscado: este émulo lucense de Jacques Cousteau es una eminencia mundial en la exploración submarina, convirtiéndose hace un año en el primer español en descender a lo más profundo de la fosa de las Marianas, a 10.706 metros. Una profundidad que no resiste ni el mejor de los relojes suizos y que hace que los 1.100 metros a los que reposa el Pitanxo parezcan el fondo de las rías. Salvador es conciso: bajar al esqueleto del arrastrero marinense es sencillo, pero antes hay que enviar robots sin tripular para corroborar que no hay redes u otros elementos que pongan en peligro las vidas de quienes desciendan.

Este lucense tiene, además, doble papeleta para bajar al Pitanxo: aparte de su prestigio como explorador submarino, es director técnico de Triton Submarines LLC, una empresa catalana que viene de presentar esta semana un minisubmarino bautizado como Aurelia, con capacidad para tres ocupantes y una capacidad para descender a 2.300 metros de profundidad. Es decir, más del doble que el kilómetro de inmersión necesario para acceder al Pitanxo.

Salvador reconoce que es una coincidencia que la compañía para la que trabaja haya presentado su vanguardista batiscafo cuando se está estudiando bajar al pecio del buque marinense, aunque vuelve a apelar a una cautela necesaria en el mundo submarino, porque "non sabemos co que nos atopariamos en caso de baixar". "En canto á profundidade e capacidade de inmersión, non habería problema. Nós temos un submarino tripulado que o podería facer. O que temos que ter en conta é que é un vehículo tripulado e é moi probable que os restos do Villa de Pitanxo estén rodeados de rede, polo que sería un perigo considerable poñer un vehículo tripulado arredor dun barco rodeado de redes. Podería quedar atrapado o vehículo e poñer en risco a vida dos rescatadores", explicó en la TVG.

Héctor Salvador, ingeniero aeronáutico lucense. EP
Héctor Salvador, ingeniero aeronáutico lucense. EP

LO PRIMERO: UN ROBOT. ¿Y cuál es la solución? "O primeiro paso é baixar cun vehículo non tripulado, un robot que puidese avaliar a posición do barco, das redes, as correntes... e logo se se determina que é seguro, si que se podería baixar cun vehículo tripulado, pero non facelo como primeira opción", argumenta con una lógica que no hace necesarios conocimientos submarinos.

Y sobre estos robots, aclara que, si bien Triton Submarines LLC no dispone de ellos, están a la orden del día en misiones oceanográficas y puede contactarse con una empresa que los provea. "Poden baixar ata a dez mil metros de profundidade e ver se hai redes. Tamén algo moi importante: averiguar se é sinxelo acceder ao interior, xa que os mamparos e portas estarán pechadas. Abrilas non podería, para iso si que terían que baixar persoas".

"Baixar ao pecio co novo submarino é doado, pero antes hai que facelo con robots para verificar que a maniobra é segura"
 

Y a título personal, Salvador considera que "baixar o pecio sería clave para sacar datos, para ter a caixa negra do barco" y, en definitiva, para saber qué falló aquel fatídico 15 de febrero en el Villa de Pitanxo, cuando se fue al fondo del mar llevando consigo 21 vidas y dejando solo tres supervivientes cuyas versiones de lo sucedido difieren entre sí.

EL PRECEDENTE DEL TITANIC. Las comparaciones no siempre son justas, pero el hundimiento del barco morracense hizo rememorar el naufragio más célebre de la historia: el del RMS Titanic, 110 años antes y 370 millas —600 kilómetros— al sudeste de Terranova. No muy lejos de las coordenadas donde se fue a pique el Pitanxo: 280 millas —450 kilómetros— al sudeste de la misma isla canadiense.

El lujoso transatlántico de la White Star Line se hundió en una zona semiabisal, a 3.821 metros de profundidad, casi el cuádruple que el Pitanxo. Y sin embargo su pecio fue descubierto en 1985 por la Armada de Estados Unidos, que se valió primero de robots no tripulados y luego de un submarino, justo como refiere Héctor Salvador.

El precedente hace pensar que querer es poder. Otra cosa será el resultado final: el casco del Titanic estaba partido en dos y esto facilitaba el acceso al interior, algo que se presume difícil en el Pitanxo.

Comentarios