Una edición más, como es tradición desde hace 36 años, la Rúa Lameira cerró este lunes el paso a los vehículos y se tiñó de blanco. Cientos de niños, jóvenes y adultos se reunieron a la espera de la llegada del protagonista de la jornada: el merengue. El paseo por la villa marca el inicio de la fiesta. Acompañados por una comitiva de cocineros, los cientos de dulces recorrieron Marín antes de llegar a su destino final en la Lameiriña.
Allí, los asistentes, que amenizan la espera con la tradicional batalla de harina y huevos, esperaron impacientes la llegada del merengue que no sólo sirvió para deleitar algunos paladares. Y es que el propósito principal de estos dulces es servir de arma entre amigos en una peculiar guerra al son de la música de Pousos de Area.
La Festa do Merengue, organizada por Amigos dos Rapaces en colaboración con el Concello, se despidió por la mañana para dejar paso a la verbena, las golosinas y el confetti. Por la tarde, la música sonó para los más pequeños de la villa con la orquesta Ola ADN en una fiesta pensada especialmente para ellos, con la que despiden a golpe de baile una de las jornadas más especiales del Entroido.
