Marín se vuelca en el adiós de don Ángel, el párroco "de toda una vida"

Numerosos vecinos se desplazaron a Santiago para acudir al entierro de Ángel Saavedra, que ejerció en la villa durante cerca de 40 años
Don Ángel con niños de la parroquia marinense. CEDIDA
photo_camera Don Ángel con niños de la parroquia marinense. CEDIDA

La villa marinense se despidió este miércoles en Santiago de Compostela del que fue su párroco durante 38 años, don Ángel Saavedra. A las 15.00 horas un autobús partió con todos los asientos ocupados desde el centro de la villa para dar un último adiós a un cura que atendió durante casi cuatro décadas a varias generaciones de familias. "Me bautizó y me dio la Comunión, a mí y a mis hijos", destaca la vecina marinense Sonia Acuña que, junto a su madre, Concepción Amoedo, recuerdan al párroco como el "de toda una vida".

Un autobús llevó a un numeroso grupo de marinenses a Santiago. B.N.

Don Ángel nació en la parroquia de Santa Susana, en la capital gallega, un 29 de febrero. "Solo cumplía cada cuatro años", bromea el que fue su ahijado sacerdotal, Santiago Romero, con quien mantuvo una estrecha relación durante toda su vida. Natural de Marín, Romero recuerda a don Ángel como su cura durante su niñez y más tarde como su ejemplo durante su etapa de monaguillo y su apoyo en su formación en el seminario.

Don Ángel, párroco de Marín. CEDIDATRAYECTORIA. Ingresó en el seminario muy joven y "destacó por ser muy buen estudiante", recuerda Romero. Una vez se ordenó sacerdote, fue nombrado, tras una breve etapa en Pontedeume, párroco de Ares, municipio con el que mantuvo una estrecha relación a lo largo de su vida.

En el 1968 el cardenal Quiroga Palacios le encomendó a él y a otro sacerdote, con un equipo itinerante, que recorriese la diócesis explicando y actualizando las enseñanzas del Conciclio de Vaticano II, Una tarea que llevó a cabo durante dos años, en "un momento que supuso un gran cambio en la vida de la Iglesia", comenta Romero. "Y él fue una de las personas en las que el cardenal confió para esa tarea", añade.

Su etapa en Marín comenzó en el 1970 y fue recibido "con crespones negros", recuerda Don Santiago, por los vecinos marinenses, que lloraban la pérdida del párroco provisional que ejerció previamente y que "dejó el listón muy alto", recuerda Don Santiago. A pesar de ello, se hizo un hueco y "supo imponerse", lo que le ganó una mala fama que le acompañaría siempre.

Conocido por muchos como una persona anclada en el pasado, "vivía en la modernidad", asegura Romero. "Él siempre reconoció sus limitaciones", añade, y permitió siempre que gente más joven le sustituyese.

"Sensato", así lo describe Romero, que destaca sobre todo su capacidad para encontrar la palabra adecuada en cualquier situación. Su generosidad sin embargo es una de las características que más le describe, asegura don Santiago, que recuerda como el párroco tuvo que pedir ayuda a unos amigos para poder reparar su coche tras un siniestro. "El poco dinero que tenía lo daba", menciona.

Se alejó de Marín a los 85 años cuando la edad comenzó a limitarle. Lo hizo "por pura generosidad", declara su ahijado sacerdotal, "consideraba que la villa se merecía a una persona que estuviese al cien por cien entregada a ella", añade.

En su retiro volvió a Ares, el municipio donde comenzó su trayectoria y donde en 2009 decenas de feligreses marinenses acudieron para homenajearle en la celebración de sus sesenta años de sacerdocio.

En los últimos años de su vida volvió a su Santiago natal, a la casa sacerdotal, donde numerosos feligreses acudían a visitarle, recuerda Romero.

MISA. El próximo miércoles, 13 de noviembre, la parroquia de Santa María do Porto celebrará un funeral en sufragio por su alma a las 18.00 horas en el Templo Nuevo, donde dedicó casi cuatro décadas de su trayectoria.