Todo se remonta a la madrugada del 20 de marzo de 2018. Ambos amigos estaban disfrutando de la noche ("bastante bebidos", según corroboraron los policías que les atendieron) en Estribela, donde ambos residen, cuando decidieron acudir a un bar de copas próximo a la Alameda de Marín.
A partir de ahí, difieren radicalmente las versiones. El acusado afirma que fueron andando "porque tengo retirado el carné de conducir", mientras que el acusador sostiene que fueron en el coche de su amigo, aunque a preguntas de la defensa no supo precisar ni la marca, ni el modelo, ni el color, ni el lugar donde aparcaron.
En lo que sí coincidieron ambos fue en que se conocían desde hace años. La víctima manifestó, incluso, que "éramos amigos, o eso creía hasta que me empezó a sacudir ese día; me mazó como un pulpo. Aún a día de hoy me gustaría saber el motivo".
El acusado explicó al tribunal de la Sección Cuarta que esa noche habían estado tomando unas consumiciones en Estribela y después cambiaron de local "para echar unos futbolines". Al llegar, su amigo desapareció "durante una media hora y regresó corriendo, con sangre en la frente, diciendo que nos fuésemos de allí porque le habían pegado", aunque no llegó a definir las causas ni a los autores. "Me cogió tan de sorpresa que no pregunté; nos fuimos andando para casa y luego nos paró la Policía", agregó.
Sobre la pérdida de piezas dentales de su acompañante, el joven negó que tuviese sangre en la boca y subrayó que "todos los que le conocen saben que le faltan varios dientes". Tras este incidente, dijo, no han vuelto a hablarse.
"MÁTAME YA". Por su parte, el denunciante ofreció una secuencia de hechos muy distinta. Declaró que después de jugar al futbolín y tomar unas consumiciones, salieron a la calle "y de buenas a primeras empezó a sacudirme, sin decir nada". Enfatizó su relato al indicar que "me dio una colección de patadas y puñetazos, y aunque quería escapar de él, venía detrás mía y me seguía pegando. Hasta que llegó un momento en que le dije mátame ya".
Sin embargo, el agresor cesó su ataque subitamente e incluso le ayudó a limpiarse la sangre. Lo incorporó y juntos regresaron a Estribela, donde fueron abordados por una patrulla policial. En un primer momento, la víctima achacó sus lesiones a una caída fortuita por las escaleras. Cuando fue preguntado por tan extraña versión, lo achacó a que "estaba aturdido, pero luego en casa me empezó a doler todo y acabé en urgencias".
Estuvo hospitalizado varios días y tardó más de un mes en curarse de sus lesiones, entre las que se encuentra la pérdida de un incisivo.
La Fiscalía solicita para el acusado una condena de tres años y tres meses de prisión por el delito de lesiones con deformidad, y que indemnice a la víctima con 10.100 euros.