"Recordé un documental que decía que si el agua fría llegaba al corazón, podía pararse"

Los supervivientes del Villa de Pitanxo se reencuentran con sus familias tras aterrizar en Santiago ► Están bien físicamente pero mentalmente "abatidos" y los psicólogos advierten de que su recuperación será lenta
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibiendo a los supervivientes del naufragio en Santiago de Compostela. CEDIDA
photo_camera El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibiendo a los supervivientes del naufragio en Santiago de Compostela. CEDIDA

Samuel Kwesi ya está en casa. Quizás gracias a su instinto de supervivencia o quizás por la "voluntad de Dios". "No sé por qué, pero Dios me ha salvado", repitió este martes en su regreso a Marín desde Santiago, donde aterrizó pasada la medianoche junto al patrón del Villa de Pitanxo, Juan Padín, y su sobrino, Eduardo Rial. Sin embargo, más allá del instinto de supervivencia, también fue templanza. "Nos decía que cuando estaba en la balsa solo recordaba un documental que había visto una vez en el que decía que el agua fría no debería pasarte de la cintura y llegar al corazón, porque podía pararse", relataba Marta Piñeiro, una de sus allegadas.

Samuel Kwesi, además, naufragó en vaqueros y en una balsa en la que entraba agua. No tuvo tiempo de ponerse el traje de supervivencia. Sí tuvo tiempo de vestirse con él el cocinero del barco, Fernando Santomé, que, en cambio, falleció durante las cinco horas de espera. "¡Al puente, al puente!". Esas fueron las últimas palabras que escuchó Samuel a bordo del Villa de Pitanxo, que comenzaba a hundirse. "Él corrió hacia allí y preparó la barca para bajarla", cuenta Piñeiro.

Sobre la balsa, el ghanés, intentando aguantar la gélida temperatura del agua, vio morir a cuatro de sus compañeros. "Él pensó que sería el siguiente", puntualizó su prima marinense, que no le vio hasta que llegó a Marín y del que le impactó lo hinchadas que tenía las manos por el frío, tanto que incluso llegó a no poder moverlas. Tantas horas a la deriva le acabaron ocasionando un shock hipotérmico del que todavía tenía secuelas físicas y mentales.

Ya en el Playa Menduiña Dos, el buque cangués que le rescató, el mundo se le vino abajo cuando "vio que en una segunda balsa, que el había visto desde la suya, no había nadie. Él tenía la esperanza de que se hubiesen salvado más personas". Piñeiro relató también lo agradecido que estaba Samuel por el trato recibido en el arrastrero y en el hotel canadiense.

LLEGADA A GALICIA. En el aeródromo militar de Santiago de Compostela le esperaba su familia española, Ramona y Samuel, acompañados del pastor de la Iglesia Evangélica marinense, Julio Torres, portavoz de la familia. Una semana después de haber naufragado en las frías aguas del Gran Banco de Terranova, el ganhés, que lleva más de diez años en Marín, pudo abrazarles. No hizo falta más, ni siquiera palabras.

También en el aeródromo aguardaban los cinco coches fúnebres que se encargarían de trasladar los cuerpos de sus compañeros fallecidos en alta mar a sus concellos. "Podría haber un sexto coche que podría haber sido el mío", expresó Samuel Kwesi a la salida de las instalaciones militares. "El ambiente de anoche era de un profundo abatimiento. De una tristeza enorme", relató Julio Torres, emocionado por su reencuentro con el ghanés pero también con un sentimiento de pesar por los tripulantes fallecidos y por los que no podían estar allí. El propio Samuel quiso visitar este martes el tanatorio de Bueu, donde se velaba a su compañero Fernando Santomé, acompañado del pastor de Marín. "Tuvimos que hacer una parada en el trayecto para que estirase las piernas y se recuperase de las emociones tan fuertes de estos días", contó Torres.

Ahora Samuel se encuentra en un proceso de recuperación que según los psicólogos que lo están atendiendo evolucionará "poco a poco". También está intentando arreglar todo el papeleo relacionado con la documentación, ya que en el naufragio perdió todo.

También el patrón del barco y su sobrino, Juan Padín y Eduardo Rial, se encontraban este martes bien físicamente aunque "abatidos", tal y como explicaron sus familiares. La parroquia de Donón, donde viven, este martes estaba llena de medios de comunicación pendientes de los supervivientes, que prefirieron mantenerse al margen de las noticias de estos días en torno al naufragio.

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