Ricardo Arias, víctima del Villa de Pitanxo, sobrevivió al naufragio del Arosa en el 2000

El marinense fue el único marinero que se salvó tras una tragedia que dejó siete muertos y cinco desaparecidos
Hundimiento del Arosa en el Gran Sol y, en el recuadro, el marinero marinense Ricardo Arias García. ADP
photo_camera Hundimiento del Arosa en el Gran Sol y, en el recuadro, el marinero marinense Ricardo Arias García. ADP

Los pueblos que viven de cara al mar saben que de vez en cuando la tragedia llama a las puertas de casa. Un familiar, un amigo, un conocido, un vecino. El sector pesquero no deja de ser un pequeño microcosmos en el que casi todo el mundo se conoce y en el que es difícil que en las familias tradicionalmente marineras no se haya recibido un mazazo en alguna ocasión.

La tragedia del Villa de Pitanxo constituye una muesca más en esa cronología, que en los últimos tiempos tuvo varios episodios fundamentales, como los hundimientos del Condesa VIV (1986), el Pescalanza (1998), el Arosa (2000) o el Mar de Marín (2014), que se cobraron entre todos la vida de 27 personas.

RICARDO ARIAS. El funesto destino ha querido que el único superviviente del Arosa a principios del pasado siglo, Ricardo Arias García, sea uno de los desaparecidos tras el naufragio del Villa de Pitanxo en Terranova.

Este marinense, de unos 45 años y natural de Loira, fue rescatado con vida tras aquel accidente, que se saldó con el fallecimiento de Eugenio Díaz Carracelas, José Ramón García Figueroa, Julián Soto Fuentes y Francisco Filgueira Fernández –los cuatro de Marín–; Ramón Pardo Juncal y Alfredo Estévez García –Bueu–; y José Antonio Ferreirós Pérez, vecino del municipio coruñés de Lousame. Posteriormente se halló el cadáver de Francisco Filgueira Fernández, vecino de Marín.

Además, no se pudo encontrar los cuerpos de los gallegos Luis Vidal Rivadulla y Jesús Lafuente Chazo y de los africanos Albertino Dacosta, Orlando Soares y Sebastián Vaz. Una de las peores partes se la llevaron las viudas de estos tres últimos marineros, ya que ni siquiera se enteraron de lo ocurrido hasta varias semanas más tarde, gracias a una familia marinense que conocía a uno de ellos y pudo comunicarse con su esposa.

NAUFRAGIO DEL AROSA. Las noticias llegaron muy confusas hasta Marín el 3 de octubre de 2000, día en el que se hundió el Arosa, según relató en su crónica el periodista Álvaro Agulla. Solo se sabía del rescate con vida de uno de los marineros, Ricardo Arias García, del hallazgo de cinco cadáveres –aunque se desconocía su identidad– y que otros siete tripulantes seguían desaparecidos.

El dolor, la conmoción y la incertidumbre marcaron unas horas interminables para las familias, hasta que al día siguiente por la tarde, después de estar toda la jornada en el puerto marinense, se conocieron los nombres de los marineros fallecidos recuperados.

Todavía quedaban ocho días de espera hasta la llegada de los cadáveres a Galicia y nueve hasta los entierros de seis de los tripulantes –poco después se halló otro cuerpo–. Aún habría tiempo, meses más tarde, para recuperar los restos de otro fallecido, pero cinco familias –dos gallegas y tres africanas– no recuperaron los cuerpos de los suyos.

LA POLÉMICA. Además del dolor que destrozaba a las familias, ya desde los primeros días se produjo una intensa polémica sobre la situación del barco, las circunstancias que rodearon el hundimiento y la situación legal de los marineros africanos, lo que agravó la desesperación anímica de los afectados.

El Arosa era un barco de 35,79 metros de eslora, 6,8 metros de manga y 248 toneladas, de 26 años. Había zarpado por última vez del puerto de Marín el día 6 de septiembre de 2000, descargando hacia el día 20 en un puerto inglés. Su naufragio se produjo el 3 de octubre, con un balance que aún hoy pone los pelos de punta: siete muertos, cinco desaparecidos y solo un superviviente.

Después de varios meses de gestiones y la apertura de una cuenta solidaria, se consiguió que dos de las viudas viajasen hasta Marín y entregasen los correspondientes poderes a los abogados para representarlas y tratar de conseguir la indemnización a que hubiera lugar por el accidente.

Hubo que esperar a 2002 para que un acuerdo extrajudicial resolviese las indemnizaciones del Arosa. La compañía aseguradora se comprometió a abonar la cantidad global de 1,32 millones de euros.

Estaba previsto abonar las indemnizaciones en "un pago definitivo y único", según el acuerdo que se formalizó en el Juzgado, calificado de "muy satisfactorio" por la abogada de las familias afectadas.

Ese acuerdo evitó la celebración del juicio para determinar la responsabilidad civil de la aseguradora en el naufragio, ya que las familias de las víctimas alegaban que "el buque no cumplía las medidas de seguridad necesarias para hallarse en el caladero más peligroso del mundo", según manifestó la abogada.