Los meses de confinamiento de la primavera auguraban ya graves consecuencias para uno de los sectores más castigados por la pandemia: la hostelería. La llegada del segundo cierre obligatorio ha colmado el vaso de algunos de aquellos que consiguieron sobrevivir esos primeros meses, pero que se han visto obligados este invierno a colgar el cartel de se traspasa para evitar las pérdidas que se aproximaban.
Este ha sido el caso del emblemático bar O Naval, que desde hace cinco años pertenecía a Alfredo Ruibal y su esposa. "Con la situación actual, es imposible pagar alquiler, empleados e impuestos", explica. La acumulación de los dos cierres y las medidas estrictas que se han impuesto en el segundo, han sido el detonante de colgar su cartel de traspaso.
"Habíamos invertido lo que teníamos el año pasado en reformar la cocina y esto nos pilló desprevenidos". Ante las circunstancias, tanto él como su esposa se han visto obligados a buscar un trabajo y dejar su local después de cinco años en los que el negocio se mantuvo "muy bien".
Ruibal destaca que las medidas puestas en marcha no son suficientes para el sector. "En vez de ERTES, nos hubiese favorecido más que nos ayudasen con el pago del alquiler, la seguridad social de nuestros empleados y la exención del IRPF y la tasa de autónomos", un conjunto de impuestos que han conseguido ahogar ya a este local marinense. "Preferimos cerrar ahora antes que comenzar a endeudarnos".
Y no son los únicos, algunos pequeños locales del centro marinense han decidido del mismo modo cerrar su persiana para siempre ante la presión de los últimas medidas puestas en marcha y, según las últimas previsiones, puede haberse convertido en tendencia. Sergio Santiago, propietario del único local de ocio nocturno de la localidad, el InMare, lleva cerrado ya más de nueve meses y la previsión más positiva, explica, es que no puedan abrir de nuevo hasta el verano del próximo año.
UNA DINÁMICA EN AUGE. "Está claro que las ayudas no llegan, la situación es cada vez más crítica", explica el presidente de la Asociación de Hosteleros de Pontevedra, Poio y Marín, Hoempo, Víctor Pampín. "Los estudios son que posiblemente en estos comienzos de año, una tercera parte de los establecimientos hosteleros, incluidos a los hoteleros, a nivel nacional, están destinados al cierre". En esta línea Pampín explica en un ejemplo que las cifras estiman que de 300.000 establecimientos en España, 100.000 de ellos, con sus respectivos empleados, deberán pasar al cierre.
"Es una dinámica que va en aumento debido al trato recibido por parte de administraciones y Gobierno central", explica. En el caso de Marín, sin embargo, el presidente de Hoempo hace hicapié en que las medidas puestas en marcha por el equipo de Gobierno encabezado por María Ramallo, son todo lo contrario y han servido de gran ayuda al sector.
En un intento por aliviar las consecuencias de la crisis sanitaria en la hostelería local, el Concello de Marín puso en marcha desde el inicio de la pandemia una serie de medidas de apoyo al tejido empresarial y comercial municipal.
Entre ellas, y como ocurrió en los primeros meses de confinamiento, el Gobierno local anunció tras el segundo cierre la bonificación del pago del impuesto de recogida de basuras para los locales de hostelería durante el tiempo que estuviesen cerrados.
A ello se suma la exención total del impuesto a pagar sobre las terrazas, de la que los hosteleros no tendrán que preocuparse durante dos años, contando este 2020 y el próximo 2021.
Plan Reactiva
Además, un total de 30 hosteleros y comerciantes podrán beneficiarse del nuevo Plan Reactiva, con una inversión de 80.000 euros, que ofrecerá en bonos de 45 horas formación especializada gratuita sobre desarrollo y mejora de la imagen de su negocio, comunicación y venta y visibilidad y posicionamiento en redes sociales.
