Una nueva huella del pasado

Antonio Costa, que reconstruye digitalmente los grabados de la villa marinense, supo hace 30 años de la piedra en la que aparece una silueta de un molino. El pasado mes, volvió al lugar para catalogarlo oficialmente

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photo_camera Reconstrucción digital del petroglifo descubierto. ANTONIO COSTA

LAS HISTORIAS de los descubrimientos suelen tener al azar como gran protagonista. Aunque son muchos los estudios que la Arqueología y sus amantes desarrollan entre las paredes de un despacho, los hallazgos rupestres aparecen muchas veces ante los ojos de un experto gracias a un golpe de suerte. Aún así, la suerte hay que buscarla y, sobre todo, hay que saber qué tiene uno frente a sus ojos cuando encuentra una huella de nuestros antepasados.

Antonio Costa sabe perfectamente dónde buscar petroglifos. No es la primera vez que redescubre alguno que estaba escondido entre la maleza, olvidado por los catálogos patrimoniales y sin señalizar. En la década de los ochenta, coincidiendo con la apertir de varias pistas y de cortafuegos forestales en los alrededores de Chan de Castiñeiras, a caballo entre Marín y Vilaboa, puso en valor "un feixe de xacementos arqueolóxicos", algunos con motivos prácticamente inexistentes en el Noroeste Peninsular, según relata.

Fue también en aquella época cuando pudo entrever, bajo un eucalipto que crecía en una brecha creada entre dos rocas en el lugar de A Tomada, un grabado "que me pareceu un muíño naviforme moi desgastado". Con la promesa de volver a verlo otro día con más calma, Costa dejó pasar su catalogación.

Tuvieron que pasar 30 años para que el investigador se volviese a acordar del petroglifo. "A mudanza da paisaxe tanto forestal, como o abandono de pistas e apertura de outras fixo difícil a busqueda, pero o final, apareceu", cuenta.

La parte central del resto arqueológico presenta en su zona central tres motivos enmarcados en rectángulos. Además, aparecen "unha serie de oito coviñas, das cales catro estan en sentido lonxitudinal". Según Costa, la singularidad de la roca está "na rareza dos motivos gravados, xa que non hai ningún semellante nos restos rupestres da zona". "Tamén destaca o feito de que a meirande parte da superficie estea libre de gravados, mostrando unha intencionalidade de aproveitar só a zona central", añade.

El pasado mes, el investigador facilitó todos los datos del petroglifo a la Dirección Xeral do Patrimonio, dependiente de la Xunta de Galicia, para que lo catalogase y le comunicase su existencia al Concello de Marín y a la CC MM de San Xulián, "para que tomen as medidas de protección necesarias para a sua sinalización e conservación". Sin embargo, Costa critica "a maneira de proceder, tanto do Concello como da Comunidade de Montes, no que respecta aos petroglifos que teñen no seu territorio" y teme que este nuevo grabado acabe "abandonado ou exposto a calqueira agresión".

Para reforzar su queja, recuerda que los comuneros de San Xulián fueron denunciados por agredir con una desbrozadora de cadenas uno de los petroglifos del conjunto de A Carrasca. "Con estes antecedentes, coidamos que é imprescindible a divulgación entre os veciños e comuneiros para que tomen exemplo do que outras Comunidades de Montes veciñas están a facer, sinalizando as rochas, limpando o seu arredor e promocionándoas mediante rutas divulgativas que están tendo unha gran acollida entre a poboación", sentencia el investigador, que insta al Concello a poner en valor todo el patrimonio marinense, más allá del Centro de Interpretación de Petroglifos de Mogor.

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