Arousa mira con inquietud hacia Touro

Si se produjese la rotura de alguna de las balsas de lodos de la mina, cuya reapertura gestiona una empresa chipriota, la contaminación tardaría alrededor de diez horas en afectar a los barcos marisqueros y a los polígonos mejilloneros

Los bateeiros advierten de que polígonos de mejillones también estarían en peligro. F.S.
photo_camera Los bateeiros advierten de que polígonos de mejillones también estarían en peligro. F.S.

La distancia entre Touro y Vilagarcía, dos municipios por los que discurre el río Ulla, es de 40 kilómetros, la velocidad de la corriente es de cuatro kilómetros por hora con un caudal de 60 metros cúbicos por segundo, según la Confederación Hidrográfica Galicia Costa. Si alguna de las balsas de residuos que figuran en el proyecto de explotación de una mina de cobre en el concello coruñés se rompiese, las sustancias tóxicas tardarían en llegar alrededor de diez horas la ría de Arousa.

La superficie de la explotación prevista es de 689 hectáreas, será necesario realizar ocho perforaciones y extraídas 267,1 millones de toneladas de materiales, todos los días se harán entre seis y nueve voladuras, que afectarán a la estabilidad de los diques de contención de las balsas, que ocuparán 269 hectáreas. Para separar el cobre de las rocas serán usadas 14.825 toneladas de compuestos químicos, nocivos para la vida de los seres humanos, los organismos acuáticos y la flora.

Si se produjese un accidente, los lodos contaminados arrasarían la producción de moluscos de Os Lombos do Ulla, entre Carril y Rianxo, dejando un reguero de muerte en el banco marisquero de O Bohído, entre Vilanova, A Illa de Arousa y Cambados, antes de alcanzar una zona en la que se están instaladas miles de bateas destinadas al cultivo del mejillón.

Pero antes de que todo esto sucediese, destruirían la vida en el cauce del Ulla por Vedra, Boqueixón, Teo, Padrón, Dodro, Boiro, Pontecesures y Valga, concellos en los que, junto con el de Vilagarcía, viven alrededor de 100.000 habitantes cuyo servicio de abastecimiento de agua potable se vería afectado.

Los metales pesados se diluirían en el agua y no sería posible utilizar medios físicos, como sucedió con el chapapote

Y si se produjese una fuga, las barreras no servirían para impedir que se propagase por el cauce fluvial, porque este sistema, utilizado en la catástrofe provocada por el vertido del Prestige, fue efectivo entonces porque las características del fuel hicieron que flotase sobre el agua o se mantuviese cerca de la superficie del mar, lo que hizo posible retirarlo usando medios mecánicos.

Pero de la explotación minera llegarían micropartículas con metales pesados que se diluirían en el agua, formando un único compuesto caracterizado por su turbidez y un color ferruginoso. Se trata de una contaminación que se caracteriza por su persistencia en el tiempo, ya que son sustancias que no se biodegradan, pasan a la cadena alimentaria de los seres vivos, y sus efectos se prolongan durante décadas.

Además de debilitar las defensa de los seres vivos, provocarían que la fijación de las semillas de moluscos fuese menor, al igual que el tamaño de las poblaciones y la capacidad de cría, y todo esto ya está sucediendo en los berberechos y las almejas de Os Lombos do Ulla desde hace varios años, como ponen de relieve las estadísticas de la Consellería de Mar.

La Plataforma en Defensa da Ría de Arousa (PDRA), uno de los colectivos que se oponen a su reapertura, señala que el sector marisquero aún está pagando las consecuencias de la actividad que se registró entre 1973 y 1986, y subraya que el impacto negativo de un accidente, si se llevase a cabo, lo multiplicaría porque las dimensiones de la explotación proyectada, con respecto a la anterior, también lo hacen.

Atalaya Mining, una empresa con sede en Chipre y capital chino, suizo y de varios fondos de inversión, promueve el proyecto. Xaquín Rubido, presidente de la PDRA advierte de que si se produjese una catástrofe, las instituciones públicas tendrían que hacer frente a los gastos, como sucedió con el Prestige o en Aznalcóllar (Parque de Doñana). Y si no se produjese, señala que cuando finalice la concesión se llevarán los beneficios y dejarán un rastro de destrucción medioambiental para varias generaciones.

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