Del atolón de Mururoa a Vilagarcía

El Rainbow Warrior fue hundido cuando denunciaba unas pruebas nucleares en la Polinesia, y en la embarcación atracada en Arousa puede verse el delfín de madera que lo identificaba
El delfín de madera es un vestigio de la primera embarcación. F.S.
photo_camera El delfín de madera es un vestigio de la primera embarcación. F.S.

En la cubierta del Rainbow Warrior III llama la atención una pieza de madera con forma de delfín. Es un vestigio del primer barco de la saga de Greenpeace. Como sucedió con el segundo, fue acondicionado para convertirse en la herramienta usada por la organización ecologista en sus acciones destinadas a denunciar los atentados contra el medioambiente.

Una misión lo llevó al atolón de Mururoa, en la Polinesia francesa, donde el Gobierno presidido por Francois Miterrand realizaba ensayos nucleares. Dos minas magnéticas lo destruyeron, además de acabar con la vida del fotógrafo portugués Fernando Pereira. Corría el año 1985, y aquel suceso puso a Greenpeace en el centro de la actualidad. Todo lo que quedó es el delfín de madera, que se convirtió en un emblema de la resistencia, y sigue surcando los mares.

La condena judicial llevó aparaejada una indemnización, que fue invertida en la compra de la segunda embarcación. Pero cuatro años antes, Greenpeace ya había establecido su primer contacto con Galicia, y fue para apoyar a un grupo de activistas dispuestos a poner fin al enterramiento de residuos nucleares a 700 kilómetros del litoral. Una avería frustró su participación en una operación realizada íntegramente por los tripulantes del Xurelo, un barco con base en Ribeira. En 1983, la Organización Marítima Internacional prohibió los enterramientos.

Los recuerdos brotan entre los participantes en las visitas al barco que se están celebrado en Vilagarcía. Llueve sin cesar durante la mañana y hace viento, pero nadie se arruga. Las colas se prolongan por la explanada del muelle. Con la tarde se abre el cielo y sale el sol. Este sábado fueron más de un millar, por lo que las previsiones que maneja (2.000) posiblemente se queden cortas. En Málaga fueron 3.994.

En grupos de 15 personas, pasan de la cubierta al puente de mando, cuyo instrumental resulta muy llamativo. La zona donde se encuentran los botes es la siguiente escala. El Rainbow Warrior III fue construido para la misión que realiza Greenpeace, en la que la rapidez es una clave, de ahí que cuente con un dispositivo para ponerlo en el mar en el menor tiempo posible.

Y en este punto vuelve atrás la historia, porque está muy vivo en el recuerdo la acción protagonizada por esta organización en el puerto de Vilagarcía. En julio de 2000, varios activistas se encadenaron al ancla de un barco, –el Ranger I, procedente de Camerún– relevándose durante dos días, para denunciar la de deforestación de África y de la Amazonia.

Un juez que ocupaba su primer destino por entonces, José Antonio Vázquez Taín, invocó en su sentencia el principio de protección de la naturaleza contra las tesis de la Fiscalía, que solicitaba la condena de los ecologistas.

El recorrido concluye con una charla en la que los ecologistas argumentan que el antídoto contra el cambio climático es la implicación de la ciudadanía, y apuntan que el antídoto es el cambio de hábitos, para lo que apuntan una solución: evitar el consumo de electricidad en cuya generación están combustibles fósiles.

El margen de tiempo para impedir que se produzca la catástrofe planetaria se agota. El plazo es de una década, precisan.

Depedro, Uxía y Maiakovski en concierto
De 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 21.00 horas es el horario de visita de este domingo al Rainbow Warrior. La jornada concluirá con un concierto en la Praza da II República, protagonizado por Uxía, Depedro y Maika Maiakovski, a las 21.30.

Comentarios