Las familias rotas por la guerra se abrazan en Vilagarcía de Arousa

La provincia recibió este domingo a 14 refugiados urcranianos trasladados por la asociación Galucrania, que vivirán en los municipios de Pontevedra, Poio, Barro y Vilagarcía ► De los 27 llegados en el que será el último autobús fletado por la entidad, otros 13 irán a Ourense y A Coruña

Los abrazos que no se pudieron dar antes y los nervios contenidos estallaron en cuanto el autobús con 27 personas refugiadas a bordo hizo su entrada este domingo, al filo de las 13.00 horas, dos por encima de lo previsto, en la explanada portuaria de Vilagarcía.

Para algunos de los allí presentes, el encuentro significaba añadir algunos miembros de acogida a su familia. Para otros, recuperar la suya. Y es que, cuando ya ha pasado semana y media desde que la asociación Galucrania llevó a las primeras 31 personas al municipio, para repartirlas por toda la provincia de Pontevedra y Ourense, ahora, en el que será el último viaje, la imagen, es la del reencuentro.

Este es el caso de la familia de Lyudmyla Stepanenko, vecina de Raxó (Poio) desde hace 12 años, que este domingo recuperaba a su madre y a su hermana, aquejada de una dolencia psiquiátrica.

"Cuando empezó la guerra, mi hermana no lo soportó y tuvo un brote psicótico. Hubo que ingresarla hasta ahora"

Ambas forman parte de las 14 personas que se quedarán a vivir en la provincia, en los municipios de Pontevedra, Poio, Barro y Vilagarcía, mientras que otras 13 se repartirán en A Coruña y Ourense, entre Cambre, Sada y Manzaneda.

Vilagarcia explanada portuaria Llegada autobus con refugiados ucranianos a las 11 Las familias estan convocadas para las 10
Imagen del reencuentro. J. CERVERA

Para Lyudmyla, traer a su familia no ha sido fácil. "Cuando empezó la guerra mi hermana no lo soportó y tuvo un brote psicótico. Ella ya era propensa a depresiones, pero esta vez tuvieron que ingresarla", cuenta.

La llevaron al hospital psiquiátrico de Poltava, a una hora de la ciudad de Kremenchuk, en la que su familia residía. "En Kremenchuk eliminaron el hospital por los recortes y por eso tuvo que irse fuera. Pero las ciudades estaban bloqueadas en las entradas y en las salidas. No había coches ni autobús y no podían ir a visitarla. Para nosotros era una preocupación muy grande, porque no sabíamos como estaban. Mi madre es una persona mayor, y el estrés por su hija le afectó", explica.

Las enfermedades de este tipo, asegura, han proliferado en los últimos tiempos en Ucrania, por lo que el colapso de los hospitales provoca altas tempranas como las de su hermana, "que no se ha recuperado del todo".

Sin embargo, esto ha valido para que, una vez fuera del hospital, en colaboración con Galucrania, Lyudmyla se pusiera manos a la obra. Desde el primer momento, todos se implicaron a la hora de hacer llamadas y conseguir contactos para facilitar el itinerario de las dos mujeres. "Incluido mi marido, que es gallego".

Ahora ambas pueden, al fin, recuperarse junto a Lyudmyla, su marido y sus dos hijos. "En Ucrania se quedó mi padre, que a sus 65 años podía venir, pero no quiso abandonar su casa", lamenta.

Dos viajes. Dos trayectos de cuatro días entre Vilagarcía y Polonia lograron reunir a parte de la familia de Valeria, que este domingo acudía a Vilagarcía a recoger a su hermana Victoria y a su sobrino y sobrina.

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Una familia de siete miembros vivirá en Monte Porreiro. J. CERVERA

Ella, que llegó a Manzaneda en el primer viaje de Galucrania, acertó a pronunciar un 'very good' al describir un entorno que ahora es su nuevo hogar. "Manzaneda es muy bonito, la gente es muy amable y muy cálida y me gusta mucho", explicó.

"La gente es muy cálida. Estoy muy emocionada por recibir a mi hermana y a mis sobrinos"

Sin embargo, la voz se le quebraba al recordar a su marido, que quedó combatiendo en Ucrania, y a su madre y padre, a quienes también tuvo que dejar atrás. "Estoy muy emocionada por recibir a mi hermana y a mis sobrinos", aseguraba este domingo.

Apenas un minuto después, el autobús la sorprendía haciendo su entrada en el punto de encuentro del puerto, donde se pudo fundir en un abrazo eterno con los suyos.

Pontevedra. Monte Porreiro es, desde este domingo, el hogar de una familia de siete miembros (tres madres con sus hijos, una de ellas de cinco meses), que estaba previsto que se alojasen en un piso del centro de la ciudad.

Sin embargo, un cambio de última hora por la habilitación del piso provocó la derivación. La pequeña llegaba con señales de deshidratación, por lo que será necesaria su supervisión médica.

Ana Rodríguez: "Estarán en mi casa hasta que se habitúen y les dejaremos un piso"

Ana Rodríguez, vecina de Vilagarcía, no se lo pensó dos veces a la hora de prestar ayuda a Galucrania. "Me parece que no solo hay que hablar e indignarse, sino que también hay que hacer algo", aseguraba este domingo.

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Ana abraza al pequeño de nueve años que acogerá junto a su madre. J. CERVERA

Aunque había colaborado otras veces donando productos y a nivel económico, será su primera vez como familia de acogida, una labor que hará junto a su hermano y en la que implicó a su familia y allegados.

En su casa, vivirán las próximas semanas una madre con su hijo de nueve años. "Estarán con nosotros hasta que se habitúen y luego les dejaremos un piso que tenemos aquí en Vilagarcía. Por el momento queremos que conozcan bien esto. Van a estar muy bien", dice.

Cristina Fandiño: "Mis hijos decían que no les importaba compartir la habitación"

Cristina Fandiño, su marido, sus tres hijos de 11 y ocho años y su madre no son nuevos en esto. "Me gusta colaborar en lo que puedo. Tenemos en acogida a un niño ruso que empezó a venir todos los veranos a los ocho años y ahora tiene 12. Es de la zona de exclusión de Chernóbil, pero ahora no le dejan venir, aunque hablamos de vez en cuando con él".

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Cristina recibió este domingo a los nuevos miembros de su hogar. J. CERVERA

Por eso, animada por su marido, se decidió a prestar ayuda humanitaria a Ucrania. En su casa vivirán una mujer de 69 años y su hija de 38, además de la mascota de ambas, un yorkshire.

"Vaciamos el cuarto de los juguetes, que tiene dos camas, y lo iremos adaptando. Mis hijos decían que si venía más gente no les importaba compartir habitación", asegura.

Ainhoa Fervenza: "Es importante acabar de enviar el material"
Desde Galucrania, Ainhoa Fervenza tiene claro que "si todo sigue así, enviar más autobuses no tiene sentido". Por ello, este será el último que mande la entidad ya que, explica, "ahora son las ONG grandes quienes se están encargando de gestionar esto. Cuando llegan a Madrid, Cruz Roja les entrevista y les ubica, e incluso hay plazas gratuitas en autobuses de Iberia. Al principio nuestra ayuda fue muy buena y tenía un sentido, que era ayudar lo más rápidamente posible. Ahora tenemos que ponernos al servicio de las ONG".

Sin embargo, lo que sí continuará serán los trailers. "Es importante acabar de enviar el material humanitario, porque tenemos al menos para dos más y continúa llegando".

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