El guardia civil que destapó la supuesta trata en el Pigalle defiende al acusado

Señaló en la vista que las víctimas "hasta se reían" cuando relataban lo ocurrido e indicó que en un primer momento creyó su versión  El resto de investigadores ratificaron las acusaciones
Un instante de la declaración del agente en la Audiencia Provincial. GONZALO GARCÍA
photo_camera Un instante de la declaración del agente en la Audiencia Provincial. GONZALO GARCÍA

La vista oral contra los dos responsables del club de alterne Pigalle, uno de los más conocidos de la carretera de Pontevedra a Vilagarcía, dio este viernes un giro inesperado. La comparecencia de uno de los agentes de la Guardia Civil de Cambados y, en concreto, el testimonio del primer funcionario que dio la voz de alarma sobre la supuesta trata de seres humanos que se estaba produciendo, se posicionó en favor del principal acusado en la sala de vistas de la Sección Cuarta de la Audiencia. Lo hizo diciendo que le "fastidiaría" que por su testimonio "a este hombre le metiesen 20 años en prisión". El guardia, que a través de un confidente dio inicio a las pesquisas que desembocaron en el actual juicio, ofreció un relato que no coincidió en absoluto con el de las víctimas y con el de sus propios superiores, los miembros de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de Pontevedra, que mantienen que las víctimas eran obligadas a ejercer la prostitución y que se hallaban en malas condiciones en el citado club hasta el momento de la redada.

"Mi confidente me las presentó en un bar, me contaron lo que les pasaba e informé a mis superiores", dijo el agente. Así comenzó la investigación en torno al Pigalle. "Me contaron que las tenían secuestradas, que no las dejaban salir del club y que les daban solo un plato de comida al día", añadió. Con estos datos se ampliaron las diligencias, y el testigo ya no intervino en las posteriores pesquisas. Al menos de forma oficial, porque extraoficialmente sí volvió por el local. "Las mujeres hasta se reían cuando lo contaban", le dijo a la fiscal, a lo que añadió que "en el escrito tuve que poner que estaban nerviosas cuando lo contaban, pero no era así. En mi opinión personal se podían mover libremente". añadió.

A continuación intervino el instructor de las diligencias y una especialista de la Emume (Equipo de Mujer y Menor). Ambos ratificaron que las víctimas estaban nerviosas y que "hasta que saldaron la deuda no les dejaron moverse libremente". Numerosos testigos comparecieron a continuación en un juicio que continuará.

Las hacían pasar por turistas
Los acusados, él brasileño, ella rumana, que se enfrentan a penas de 23 y 22 años de cárcel, actuaban "de acuerdo con varias personas que residían en Venezuela", lo que les permitía captar a mujeres "en grave penuria económica". Después de convencerlas para viajar a España a ejercer la prostitución, en uno de los casos, o diciéndoles que serían camareras, en otros dos, las ‘colaban’ como presuntas turistas y las llevaban al Pigalle. Una vez allí les informaban de sus deudas, de hasta 3.200 euros, indicándoles que tenían que saldarlas ejerciendo el alterne, de manera que los investigados se quedaban con todo lo que les pagaban por cada servicio: 23 euros por alojamiento y manutención y el resto como pago aplazado de la deuda, con la que ninguna de las víctimas estaban de acuerdo. Junto a ello, les indicaban que a ciertas horas no saliesen de las habitaciones para eludir a las autoridades.