Mientras que la Concellería de Urbanismo continúa trabajando en el expediente de caducidad de la licencia de la antigua estructura situada a la altura del número 146 de la calle Progreso, la parcela abandonada presenta un aspecto algo menos siniestro en las últimas semanas.
Esto se debe a que los propietarios llevaron a cabo recientemente una serie de tareas de limpieza y desbroce que, no obstante, apenas sirven para adecentar el entorno y para tranquilizar a los residentes en la vivienda más próxima al esqueleto de cemento, una familia que en varias ocasiones ha denunciado la presencia de ratas en el interior de la obra a medio acabar. Las alimañas llegaron, incluso, a invadir la propiedad anexa, donde también habitan menores.
Los diferentes escritos presentados por el titular del inmueble anexo, José Antonio Garrido, sirvieron para que la Administración local anunciase a mediados del pasado mes de septiembre el inicio de los trámites para echar abajo la estructura a medio plazo. Este vecino de la calle Progreso confía en que la demolición se pueda hacer realidad a lo largo del próximo año, lo que serviriá para poner fin a más de un cuarto de siglo de lucha. Y es que fue durante la primera mitad de la década de los 90 cuando denunció por primera vez una obra quedó a medio hacer al no ajustarse a la legalidad.
De momento, el Concello descarta hablar de plazos concretos para acometer el derribo, si bien el expediente de caducidad de la licencia es el primer paso para completar la tramitación necesaria. Al menos, a los residentes en las zonas colindantes les queda el consuelo de que las solicitudes presentadas a través del Rexistro Municipal para que el Ayuntamiento exigiese a los propietarios que adecentase el terreno sí que se han hecho realidad.
Así las cosas, la limpieza realizada en la parcela ha servido para tapar con una plancha de metal un agujero de grandes dimensiones. Además, también han desaparecido restos de obra que se encontraban en mal estado, así como la maleza que ya empezaba a invadir parte de la vía pública.
Sin embargo, José Antonio Garrido teme que estas medidas resulten insuficientes para ahuyentar a las alimañas. "Sigue habiendo ratas", afirma categórico. Además, el vecino de Progreso no oculta su temor a que los roedores vuelvan a entrar en su vivienda a través del falso techo. Con respecto a las tareas de limpieza, Garrido echa en falta que no hubiesen retirado los restos de un vallado que delimita la estructura con su propiedad. "Está oxidado y es un peligro. Los días en los que hace mucho tiempo oímos como se mueve. El día menos pensado se viene abajo. Es absurdo que siga ahí, porque a la parcela se puede entrar por cualquier otra parte", advierte.
