La muerte del submarinista en Cabicastro sigue sin esclarecerse tras 13 meses

La investigación permanece abierta, a cargo de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Cambados
Un agente portando pruebas y efectos del submarinista fallecido. OUBIÑA
photo_camera Un agente portando pruebas y efectos del submarinista fallecido. OUBIÑA

Un año y un mes. Es el tiempo que ha pasado desde la muerte por accidente de Manuel Ángel Fernández, el submarinista vilagarciando que estaba practicando pesca subacuática, cuando una embarcación de recreo -blanca, según todas las informaciones aportadas en aquel entonces- pasó sobre el lugar señalizado en donde estaba practicando este deporte y le hirió con sus hélices.

A pesar de los trece meses que han pasado desde entonces, la principal incógnita que se generó con aquel trágico accidente, sigue sin ser despejada y no se sabe quién o quiénes fueron los que causaron esta muerte.

La investigación, que desde el principio se antojaba complicada, dado el intenso tráfico de embarcaciones de recreo que hay en temporada alta en las costas de Sanxenxo, sigue abierta y está en manos de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Cambados, que no ha desvelado ningún detalle sobre los pasos que se han podido dar para estrechar el cerco sobre el o los autores de los hechos.

Nada se sabe de los avances de la misma, aunque el hecho de que se considere que sigue abierta ofrece lugar a la esperanza.

El accidente se produjo el día 1 de julio del año pasado, en un día de pleno sol y altas temperaturas que había sido elegido para bucear por Manuel Ángel y su compañero, pero también por otros aficionados a este deporte, que se encontraban en la misma zona, separados por varios cientos de metros. El entorno de Cabicastro, como todo el litoral Sanxenxino también es un hormiguero de acción en la superficie del mar, por la que discurren embarcaciones de recreo de todo tamaño y condición y en donde no faltan actividades de ocio en alta mar.

Varios testigos afirmaron en esa jornada que había más de una embarcación de este tipo en la zona en el momento de los hechos, de modo que ninguna llamó especialmente la atención de las personas que se encontraban practicando la pesca submarina en ese momento. Uno de los motivos, aclara el especialista en buceo y apnea Diego Calviño, que ese día estaba a escasos metros del punto donde se produjo la muerte de su compañero de actividad , es que "cuando estás abajo, aunque estás pendiente del ruído que realizan las embarcaciones, por si se acercan, no sueles mirar hacia arriba para verlas todas". Aún en ese caso, las motoras, vistas desde el mar, no son fáciles de reconocer, salvo por el color, o características especialmente distintivas.

De hecho, el desconocimiento que a veces hay entre quienes manejan estas embarcaciones de los códigos a seguir ante las balizas de advertencia de la presencia de submarinistas, puede estar entre las causas del trágico final de este submarinista. La Guardia Civil precisó en las primeras jornadas de la investigación que no estaba determinado que la embarcación se diese a la fuga tras el 'atropello' mortal. El motivo es que cabe la posibilidad, aunque parezca remota, de que aún pasando sobre el submarinista, la persona que llevaba el barco no se diese cuenta de lo que había hecho.

En caso de que aparezca, sería muy distinto considerar que se ha cometido una imprudencia con resultado de muerte, que añadir a ese posible cargo una huída del lugar de los hechos, que significaría que se le negó el auxilio a la persona herida de gravedad por el efecto de las hélices de la embarcación.

La muerte del buzo causó gran conmoción en Vilagarcía, en donde estaba afincado, pero también ocasionó airadas protestas de las federaciones que agrupan a quienes practican este deporte. Tras el aniversario, el pasado mes de julio, muchos fueron los que se acordaron de la luctuosa fecha y desearon que algún día se pueda dar con el responsable.

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