La Policía descubre el gran clan que estaba detrás del narcosubmarino: Los Santórum

La organización de Vilanova contaba con apoyos en Barcelona, Portugal, África y la Costa del Sol y disponía de pilotos de planeadoras con gran experiencia en Galicia y en el Estrecho ► Una nave de Sanxenxo era el principal centro de operaciones
La casa de Santórum en Vilanova y el capo sobreimpresionado. GOOGLE
photo_camera La casa de Santórum en Vilanova y el capo sobreimpresionado. GOOGLE

En la investigación policial no existen las casualidades. Cada vez que consiguen desarticular una gran organización dedicada al tráfico de estupefacientes, existe un trabajo de meses que al final da sus frutos. La Brigada Central de Estupefacientes y su unidad Greco Galicia llevaban años siguiendo los pasos del clan de Los Santórum. Sabían desde hacía tiempo que su capacidad operativa le situaba al nivel de los grupos históricos más conocidos, con la infraestructura suficiente como para introducir en Europa alijos de toneladas de cocaína, y no uno, sino varios cada año. La sombra de los especialistas estuvo sobre cada movimiento del capo, pero también de sus principales colaboradores (como siempre ha sucedido en Galicia), personas de su núcleo familiar más próximo, de máxima confianza a lo largo de varios meses.

Como resultado de esas vigilancias y de esos seguimientos, la Policía Nacional no solo ha podido incautar 4.500 kilos de cocaína y detener a 28 personas el pasado fin de semana –incluida toda la organización salvo el presunto líder, que logró fugase–, sino que también obtuvo información de lo más valiosa: los investigados estaban haciendo gestiones para recuperar una parte del valor del cargamento del semisumergible hundido en la ría de Aldán el 24 de noviembre de 2019. Y no solo eso. La cúpula de la organización criminal con base en Vilanova de Arousa realizó distintas maniobras preparatorias para la salida al mar a finales de octubre, una salida que, sin embargo, decidieron abortar al tener conocimiento de que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado sabían de la presencia del batiscafo en aguas internacionales y en dirección a Galicia.

La Policía Nacional tiene a partir de ahora la difícil labor de revisar todos los movimientos de los sospechosos en los días anteriores a la caída del batiscafo, si bien hay una cuestión que será difícil de acreditar, salvo que alguien lo cuente. Dado que si, tal y como parece, Santórum dio la orden de olvidarse del tema del semisumergible sin realizar ninguna gestión para la salida de las lanchas y el desembarco, será complicado acreditar que esa droga fuese de su propiedad, aún cuando ellos mismos hablan en sus conversaciones de "lo del submarino".

Tras el paso a disposición judicial y el ingreso en prisión preventiva de toda la cúpula de la organización –salvo el ya conocido caso del presunto jefe–, ahora se conocen más datos sobre una red criminal con tentáculos en varios continentes. Así, en el intento de transporte de los 4.500 kilos decomisados en el Karar trabajaron, según fuentes judiciales, personas del núcleo más próximo a Santórum (su hermano Ricardo y su cuñado Emilio están entre los detenidos), pero también, entre otros, el conocido piloto de planeadoras Sergio Fontao, condenado en el marco de la operación Destello que en 2007 quebró la línea de flotación de los principales clanes gallegos del momento.

Paralelamente, la red criminal tenía entre sus colaboradores a al menos un narcotraficante gallego afincado en Barcelona y a varios pilotos más del Sur de España. De hecho, la provincia de Málaga era otro de los posibles puntos de partida de las lanchas hacia el Atlántico. Por último, el Sur de la provincia de Pontevedra y el Norte de Portugal también tenían gran importancia como lugares de pertrecho de embarcaciones, lo mismo que la ciudad de Vigo. En la villa industrial residía un individuo con los conocimientos, la capacidad y la infraestructura necesaria para construir y reparar, si era preciso, las lanchas rápidas. Junto a ello, entre los presuntos responsables del alijo se halla un ciudadadano magrebí y un colombiano afincado en Madrid que cerraba los pactos en Pontevedra y comunicaba los avances a su contacto en Sudamérica.

El narcosubmarino interceptado en la Ría de Aldán. DP

Con todo, el centro de operaciones de Los Santórum estaba en el corazón de O Salnés. En concreto, en una nave industrial ubicada a las afueras de Sanxenxo y una segunda en O Grove. Los detalles de los planes se diseñaban desde las Rías Baixas.

Organización familiar y piramidal
La organización criminal que presuntamente dirigía el prófugo Juan Carlos Santórum sigue el mismo esquema de los antiguos clanes del narcotráfico gallego que tantos millones (en su caso, de pesetas) amasaron a partir de la década de los 80.

Así, la investigación ubica al vilanovés en la cúspide de un grupo dedicado a la introducción y posterior custodia en la provincia de Pontevedra de ingentes cantidades de cocaína a través de potentes planeadoras. A su lado, a su izquierda y a su derecha pero subordinados a él jerárquicamente tenía a su hermano Ricardo y a su cuñado Emilio, como personas de su máxima confianza.

En un siguiente escalón se situarían por una parte los pilotos de las embarcaciones, con Sergio Fontao como uno de los más expertos, y los encargados del pertrecho de las embarcaciones rápidas. Y en paralelo, estaría Braulio V., que no solo participaría en las labores encaminadas a introducir los alijos sino también en la puesta en el mercado de la comisión que, en forma de kilos, se quedaría el clan.

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