Ratas y pulgas en pleno Progreso en Sanxenxo

La falta de salubridad y seguridad son algunos de los problemas que denuncian los vecinos de una parcela abandonada, con un inmueble a medio construir, a la altura de la rotonda de Arnelas
Vista de la parcela desde la vivienda más próxima. GONZALO GARCÍA
photo_camera Vista de la parcela desde la vivienda más próxima. GONZALO GARCÍA

La familia de José Antonio Garrido vive en constante desasosiego desde hace años. La culpa de su intranquilidad es un foco de insalubridad que se encuentra a menos de una decena de metros de su vivienda, situada a la altura del número 146 de la calle Progreso. Allí, al lado de la rotonda de Arnelas, se encuentra un 'esqueleto' de hormigón, resultado de una construcción que quedó a medio hacer hace más de un cuarto de siglo, y cuyo estado de abandono se ha convertido en un quebradero de cabeza para los residentes en la zona.

A los malos olores, los restos de basura y la falta de un cierre perimetral que, al menos, impida el libre acceso a las ruinas, hay que sumar la presencia de ratas y pulgas. Así lo denuncia el propio Garrido, que explica que ha enviado numerosos escritos al Concello alertando de la situación, para que, al menos, inste a los propietarios de la parcela a que limpien y adecenten el espacio. De momento, sus quejas han caído en saco roto. Su principal preocupación son los roedores, cuyas incursiones en su propiedad hace mucho tiempo que han dejado de ser una mera anécdota para convertirse en algo mucho más grave.

Así consta en los escritos entregados a través del Rexistro, en los que se advierte de que "llevamos desde la paralización de la obra padeciendo la presencia de ratas y pulgas". Tal es la preocupación que Garrido inclusó acudió a la Consellería de Sanidade. No obstante, el ente autonómico explicó a los afectados que no tiene competencias para poder solucionar el problema.

La batalla contra la polémica edificación comenzó en 1993. De noviembre de ese año datan los primeros escritos en contra de una obra que tuvo que paralizarse porque no se ajustaba a la legalidad. Además de la cuestión de la insalubridad, la falta de seguridad también preocupa a José Antonio Garrido, que advierte de que en el lugar "se encuentran restos de maderas con clavos oxidados, restos metálicos y escombros" y que en verano se celebran botellones.

A esto hay que sumarle la ausencia de un cierre perimetral. "En nuestro inmueble viven niños menores de ocho años y cualquiera de ellos tiene acceso directo a la obra", lamenta el vecino de la calle Progreso.

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