El SOS de Bea Heyder para no abandonar Galicia

CONSERVACIONISTA DESAHUCIADA EN MEIS ▶La activista y antiespecista Bea Heyder, que custodia a 33 galgos en una casa de A Medoña, tiene 51 días para abandonar la propiedad y encontrar otra asequible en la que instalarse. En caso contrario, baraja trasladarse con su familia y todos los animales a Toledo

Bea Heyder con algunos de los galgos. JOSÉ LUIZ OUBIÑA
photo_camera Bea con algunos de los galgos. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

El refugio de Bea Heyder tiene los días contados. El 9 de marzo, como fecha tope, esta conservacionista que recoge galgos y los pone en adopción, tendrá que abandonar la casa que ocupa en A Medoña, San Lorenzo de Meis, e irse con sus 33 perros, cuatro caballos y una cabra a otra parte.

Bea Heyder nació en Madrid en 1973. Estudió Derecho. Se incorporó al mercado laboral sin incidencias y hace más de siete años, cuando aún trabajaba en el departamento de Recursos Humanos de Hyunday, algo cambió en su modo de ver la vida. Fue entonces cuando inició su actividad como conservacionista, salvando, primero, un galgo de los que abandonan los cazadores, luego otro, y otro, y más hasta que se juntó con 33, de los que solo dos o tres son perros "que había abandonados por aquí, por Meis".

Cuando tenía 16 galgos en su haber, Bea negoció con un vecino de Meis para alquilar su casa y se los trajo desde el entorno de la capital, donde residía. "Cuando llegué le dije lo que tenía y le pedí que cerrara el jardín. Lo soldaron los nietos de la vecina. Es una explicación que sirve para que se vea que no vine con mentiras. Ya sabía que me iba a dedicar a esto".

El mismo propietario es el que le anunció que no le renovará el contrato, por desavenencias sobre el mantenimiento de la casa, pero también porque los vecinos de todo el entorno le han pedido repetidas veces a él y al alcalde que Bea ponga fin a su refugio, dado que la casa dispone de poco suelo y está muy cerca de todas las colindantes. La historia de todas las polémicas surgidas entre los dos frentes pertenece ya al pasado, al menos para la ciudadora de estos animales, que ha decidido poner tierra de por medio y reiniciar su actividad en otra parte.

El problema es que, con sus condicionantes económicos y con la cantidad de animales que la acompañarán, no aparece, en todo el territorio gallego, un solo municipio en el que la acojan.

"Yo lo único que pido es una construcción mediana en la que poder estar y llevar a los animales. No busco nada en concreto. Lo que les reprocharía a los que se han movilizado aquí es que hayan recurrido a la denuncia, en vez de ayudar. ¿Es que entre todos no podemos localizar un terreno, algo para que alquile y pueda tener mejor a los animales?", se pregunta.

Bea se considera vencedora moral "porque aquí vino el Seprona y no pudieron retirarme ni un perro. Están limpios, cuidados, desparasitados... Me dijeron: señora, los perros está mejor que usted. A veces, el Seprona me llama a mí, cuando aparecen caballos abandonados o en malas condiciones y no puede recogerlos nadie", relata.

Ella inició todo el proceso administrativo para conseguir el permiso de núcleo zoológico requerido para poder seguir adelante con la actividad, aunque no tuvo respuesta "y ya da igual, porque cuando llegue no estaré en esta casa".

Heyder ha encontrado un terreno en Toledo en donde podría instalarse con sus perros, "pero la verdad es que no me quiero ir de Galicia, y si puede ser que me quede en Pontevedra, mejor". Ella está dispuesta a pagar un alquiler "moderado" y solo requiere espacio para cuidar a sus cuadrúpedos en condiciones. Conoce Galicia, en donde considera que el activismo animal todavía está poco desarrollado y, sobre todo, tiene raíces familiares aquí, por lo que no le importaría irse a cualquier punto de la geografía gallega.

Aunque le han ofrecido constituirse en Protectora de Animales, no lo ha hecho "porque no acabo de ver con buenos ojos las adopciones en el extranjero. Veo que se mandan galgos de 50 en 50 a Alemania, como pasa con alguna del Sur, y no entiendo muy bien por qué. ¿Quién sigue esas adopciones? No estoy recuperando animales para mandarlos a Alemania a morise de frío o a un destino incierto", relata.

Y es que Bea tiene también una amplia lista de adoptantes, aunque reconoce que es estricta con la elección. "Eso sí, no devuelven ninguno casi nunca". Se trata, sostiene, de evitar el fracaso y garantizar el bienestar animal para los perros. Eso, reconoce, "requiere tiempo. Hay adoptantes que no esperan por mí, pero no soy capaz de hacerlo de otro modo".

En un grupo de WathsApp están todos los dueños de los perros que ella ha recuperado y, sorprendentemente, no se olvida de ninguna historia. Tampoco de los nombres de sus 33 acompañantes que residen en el interior de la gran casa en la que viven con ella, su madre y sus dos hijos, uno de ellos un bebé.

APOYO. La activista explica que la mejor parte de quedarse en Galicia sería poder contar con la red de apoyos que tiene para su actividad. "Los perros vienen de Toledo, de Granada, de otras zonas, pero aquí en Galicia van apareciendo buenos adoptantes", explica.

Además, cuenta con varios "amores", como ella describe a las personas y empresas que la apoyan. Una de ellas es Ana, "la veterinara de Barro. Es un cielo de mujer". Otros, los de la agrícola Vilanoviña, que le sirven heno para los caballos. "El resto son particulares y protectoras. A la Xunta no le pido un duro. Al Concello, que se portó bien, porque el alcalde fue comprensivo conmigo, tampoco. Solo quiero un sitio para seguir", insiste.

El alcalde de Meis, José Luis Pérez, es conocedor del caso. "Axudamos a Bea cando chegou, pero co paso do tempo, a acumulación de animais causou conflito, xa que as casas dos veciños están preto. Buscáronse solucións, pero non funcionaron", añade. Pérez Estévez se muestra algo dolido "porque Bea falou mal de Meis e dos veciños en redes sociais, cando se todos se queixaban era por algo", e insiste en que "esa non é a mellor forma de ter aos animais, pese ao seu xeito idealista de contalo".

Cuatro caballos. "Cuando les descubrí empezó el problema"
Bea Hayder con la yegua Platera. JOSÉ LUIZ OUBIÑA

Bea Heyder prefiere obviar la parte de conflicto que sus vecinos centran en las molestias y atribuye, sobre todo, las desavenencias a sus posturas sobre los caballos. "A raíz de los incendios de 2017 me hice más conocida. En una recogida de animales en el monte quemado encontramos a una yegua afectada en una pata, porque iba con un palo atado. Después vinieron otros casos. Yo también presenté muchas denuncias y eso acabó con toda relación", explica. En la parcela al lado de su casa residen los cuatro equinos que ha rescatado y han sobrevivido: Tílbury, Rubio, Platera y Diana y también la cabra Mari Sol. "Incluso alguna vez he rescatado alguna paloma enferma, pero se curan y se van volando", explica.

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