Reclamos por un 'Circuíto Galego, xa'

Quedada del pasado viernes y, en primer término, las pancartas reivindicativas de un nuevo circuito
Las quedadas en O Campiño transcurren entre la pasión al motor de cientos de jóvenes y el recelo a la presión de la Guardia Civil. "Aguantaremos", aseguran quienes han convertido los polígonos en punto de encuentro de fin de semana

Viernes, 22 horas. Al mismo tiempo que París sufría el peor atentado de su historia, decenas de jóvenes se reúnen en el polígono empresarial de O Campiño. Como todos los viernes del año. El punto de encuentro siempre es el mismo: un montículo próximo a la fábrica de Hermanos Reyes, desde el que se divisa perfectamente un amplio aparcamiento que, tras la medianoche, se transforma en improvisada pista de drifting (estilo de conducción que consiste en derrapar de manera que el vehículo forme un ángulo con la dirección de movimiento).

Hace frío y los presentes (veteranos en estas lides pese a que la mayoría no llega a la treintena) se parapetan con gorros, bufandas y guantes. Sería una quedada más de un calendario que no conoce excepciones de no ser porque este domingo se respira reivindicación: '‘Circuito galego xa'’ o ‘'Temos dereito ao noso deporte'’ rezan las pancartas. Y es que estos jóvenes, hermanados por una irrefrenable pasión por el motor, están hartos de que se les demonice y se les señale con el dedo. Alegan que "no hacemos mal a nadie. Buscamos sitios apartados para no molestar y solo queremos un lugar para disfrutar de nuestra afición sin que nadie nos esté presionando a cada rato". La Guardia Civil, en constante alerta para atajar los desmanes, ha acentuado su presencia en los últimos meses y las multas han aumentado significativamente. "Te paran y te buscan las cosquillas por todo. A un colega le querían multar por llevar unas alfombrillas con una chapa metálica".

De ahí que los asiduos a estas reuniones no quieran dar la cara y prefieren hablar todos a una, como en Fuenteovejuna. "Por mucho que nos acosen, aguantaremos. Lo hemos hecho todos estos años y lo seguiremos haciendo, porque no somos delincuentes. Solo reclamamos un lugar digno. A los chavales que beben les hicieron un botellódromo y a nosotros nos niegan hasta una simple pista donde poder disfrutar".

Se aproxima la medianoche y el goteo de coches no cesa. Mientras, los presentes no despegan la mirada del móvil, pero no es por lo de Francia "«¡Joder, vaya pasada!", comentan unos pocos), sino por los grupos de WhatsApp que van informando de las quedadas y, lo más importante, de la presencia de ‘moros en la costa’. "Lo normal es que a estas horas ya hubiesen salido tres o cuatro a darle caña, pero la cosa aún está muy caliente y la gente tiene miedo. Es normal. ‘Los de verde’ están muy encima, y más después de lo del Lago".

Se refieren a lo ocurrido la pasada semana en el Lago de Castiñeiras (escenario alternativo a O Campiño), cuando un coche cayó por un derraplén cuando huía de los agentes que lo iban a multar tras pillarlo ‘in fraganti’ haciendo trompos y maniobras prohibidas. "‘Pirados’ siempre los habrá, pero esos son la excepción".

De hecho, aseguran, ufanos, que en O Campiño nunca ha sido necesaria una ambulancia. Hay accidentes a menudo, sí, por un mal control, gasoil en el suelo o ruedas demasiado gastadas, "pero siempre de chapa y pintura". El único herido es el orgullo del piloto, que tiene que soportar las risas y la chanza de sus espectadores.

ALTERNATIVAS. Los promotores del acto reivindicativo del viernes tienen claro cuál sería la solución a esta polémica: que se habilite una zona donde puedan desarrollar libremente su afición. Aseguran que el coste económico sería cero e incluso ya tienen ubicación: la Ciudad del Transporte, una extensión de 87.000 metros cuadrados, inaugurada en 2005 en O Campiño y que nunca llegó a utilizarse. "Hace años pusieron unas piedras a la entrada para que no pasen los camiones, pero los coches pueden entrar sin problema. Lo malo es que al rato viene la Guardia Civil y nos echa de allí".

Otra opción serían las gimkanas automovilísticas, en pleno auge. En el sur de la provincia, como Tui y O Rosal, están plenamente consolidadas y en Silleda se celebrará una el próximo fin de semana. Se trata de pruebas abiertas a todos los pilotos que se animen a demostrar su destreza con el drifting o recorriendo un trazado. "Pero cada vez que se lo hemos planteado al Concello de Pontevedra nos han dicho que no. Están en la prehistoria. Todo lo que le proponemos lo echan para atrás".

Pasa un minuto de la una de la madrugada cuando aparece un coche de Tráfico. El recibimiento tiene tanto sonido de viento como la despedida a un árbitro que no ha pitado un penalty al equipo de casa. Es una relación de amor-odio. "Entendemos que hacen su trabajo y que gracias a ellos no hay cafres sueltos que puedan ‘pintarla’. Pero es que a veces se pasan".

Aprovechando que el vehículo oficial se ha ido a recorrer el polígono, algunos deciden cambiar de aires, no sin antes dejar la marca de la casa en la rotonda de turno, para algarabía del respetable.

Cada vez que se oye un rugido de motor de fondo se hace un silencio sepulcral, expectante. Hasta que se identifica al piloto. Se conocen todos los apodos, los coches, los motores y hasta los ajustes para que el derrape sea aún más espectacular. Si el ‘drift’ ha sido bueno se premia con unos aplausos y se retoman las tertulias.

Así, entre acelerones, charlas y alguna cerveza, pasan las horas hasta las tres o cuatro de la madrugada. "Los viernes, algunos se van de copas; nosotros venimos a O Campiño".

Los aficionados plantean que se les permita usar la Ciudad del Transporte, una parcela de 87.000 m2 en desuso desde 2005