30 años: demasiado viejo para trabajar y bastante joven para tener experiencia

PONTEVERA. Se busca licenciado o titulado menor de 30 años con experiencia en el sector. Este es el perfil que más demandan las empresas y el que, precisamente, echa por tierra las pocas probabilidades de encontrar un empleo para el grupo de ‘treinteañeros’.

La situación deriva de un círculo vicioso que pone contra las cuerdas a una de las generaciones mejor preparadas de Pontevedra. La iniciativa privada demanda veteranía a precio de saldo, algo que puede obtener a través de las bonificaciones que ofrece la Administración para la contratación de nuevos empleados. Estas ayudas son varias y variopintas, pero adaptadas a un modelo de bienestar que, a todas luces, se encuentra desgastado.

Las políticas activas de empleo siguen planteadas para una sociedad en la que supuestamente los ciudadanos de entre 30 y 45 años no necesitan ayudas para acceder al mercado laboral. Así, las deducciones fiscales y la práctica totalidad de las subvenciones están destinadas a menores de esa edad y a los que están a una década de la jubilación.

El Ministerio de Empleo y Seguridad Social únicamente ofrece contratos bonificados para esa franja de edad (entre 30 y 45 años) cuando los demandantes son personas en situación de exclusión social, víctimas de violencia de género o del terrorismo, presos de instituciones penitenciarias o poseen algún tipo de discapacidad igual o superior al 33%. A estos supuestos se unen casos puntuales de contratos de interinidad, de relevo por anticipación de la edad de jubilación y de servicio en el hogar que, aunque contribuyen, son demasiado metódicos como para paliar las dificultades de encontrar un trabajo al ingresar en la ‘treintena’.

A nivel Galicia, la Consellería de Traballo e Benestar trabaja ya en una nueva convocatoria de ayudas para el fomento de la contratación por cuenta ajena, pero, según ha podido saber este periódico, ofrecerá opciones contadas para este colectivo de parados.

Hasta la fecha solo están confirmados dos programas de incentivos a los que podrían acogerse: uno que subvenciona la contratación indefinida de hasta tres trabajadores por parte de autónomos, y otro que financia varios contratos para parados de larga duración (sobre todo para los que hayan agotado las prestaciones, se encuentren en riesgo de exclusión social o cuenten con alguna discapacidad) .

A estos se debe añadir una nueva línea de ayudas para el autoempleo, que no exigen mínimos ni máximos de edad. Únicamente apostar por el emprendimiento, ese mismo que enarbolan las administraciones para intentan paliar las listas de paro.

Experiencia

La Deputación acaba de impulsar un plan de empleo para dar trabajo a 800 personas en 60 municipios de la provincia durante seis meses (25 horas a la semana), mientras que el Concello prevé aprobar para 2014 un nuevo programa de prácticas en empresas. Ambas propuestas ayudan a mitigar la lacra del paro, a pesar de que ambas administraciones no poseen competencias en materia de empleo. ¿El problema? Que siguen siendo ayudas temporales e insuficientes para el número de demandantes adscritos a las oficinas del Inem.

Para más inri, entra en juego el papel de la experiencia. La mayoría de las empresas requieren de un rodaje que cada vez empieza más tarde. La falta de ofertas de empleo hace que los jóvenes dilaten su formación con un posgrados, cursos de idiomas e incursiones en el extranjero. Los 30 llegan casi sin avisar, cuando los demandantes son ya demasiado ‘viejos’ para trabajar y bastante jóvenes para tener experiencia.

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