El escultor César Lombera comprobó hoy, por primera vez, el alcance de la agresión sufrida por la efigie de Valle Inclán y reconoció que «más o menos» era lo que se imaginaba tras haberla visto en fotografías.
En base a su experiencia en el manejo de estos materiales, confirmó que la pintura fue rociada con un spray «y no será fácil de retirar porque tiene componentes aceitosos». En cualquier caso, vaticinó que, sin elementos que entorpezcan las labores (como lluvia o polvo) la restauración podría completarse en una mañana.
«Habrá que utilizar un disolvente no agresivo y revisar que no esté afectada la capa de pátina que recubría la estatua, porque en ese caso habría que darle una nueva capa», apuntó.
Desde que se produjo el atentado (hace una semana), hoy fue la primera ocasión en que Lombera visitaba la estatua, debido a que se encontraba fuera de Pontevedra. Esta primera toma de contacto le permitió comprobar que «ya intentaron limpiarla, probablemente alguien del Concello, porque hay restos de disolventes». También hoy se iniciaron los contactos con el Gobierno local para analizar los trabajos de restauración.
Lo que le quedó claro a César Lombera tras su visita a Valle Inclán es que «no fue una gamberrada, fue algo premeditado», por lo que reiteró su disgusto porque alguna persona «haya querido llamar la atención a costa de mutilar y dañar el trabajo de los demás».
