Cientos de pontevedreses llenan los cementerios en el Día de Todos los Santos

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El Día de Todos los Santos llenó de visitantes los cementerios de la ciudad del Lérez. Ni el frío ni la amenaza de lluvia impidió que cientos de pontevedreses se acercaran a lo largo de todo el día a los camposantos del municipio para recordar a familiares y amigos fallecidos.
Desde primera hora de la mañana, las inmediaciones de estos recintos se llenaron de coches. Familias enteras se desplazaron hasta estos lugares para recordar a los que ya no les acompañan.
El cementerio de San Mauro, el de mayor tamaño de la ciudad de Pontevedra, fue el más concurrido, puesto que cuenta con cerca de 7.000 nichos. El crecimiento de este recinto mortuorio obligó al Concello de Pontevedra a diseñar una normativa que fija los criterios de uniformidad y estética que regula la construcción en parcelas de ocho metros cuadrados, en las que se crean panteones de ocho nichos y dos ceniceros. La alineación en la fachada y la altura es una de las características de las modernas construcciones funerarias.
Además de este, los otros cementerios de la ciudad, los de Campañó, Bora, Lourizán, Ponte Sampaio y Lérez, también recibieron la visita de numerosos ciudadanos. Los operarios que atienden estas instalaciones tuvieron que ampliar ayer su jornada laboral para facilitar las visitas de última hora a los recintos mortuorios. En el de Lérez incluso se realizó alguna misa al aire libre a la que asistieron numerosos fieles.
Muchas personas critican que haya un día en el que la tradición manda acudir a los cementerios, pero para otros el Día de Todos los Santos es más que eso. Algunos de los presentes en los cementerios aseguran que es una jornada en la que se recuerda y honra a los seres queridos fallecidos. “Si no hubiese este día, la gente no acudiría a los cementerios”, indicaron.
Por otra parte, a pesar de la emotividad que embarga a los visitantes, son muchas las personas que intentan hacer su particular negocio el 1 de noviembre.
Las vendedoras de flores y velas a las puertas de los recintos mortuorios ya son un clásico en el Día de Todos los Santos. Pero ayer no estaban solas, las acompañaban, en el caso de San Mauro, el vendedor de barquillos y el de castañas. Debido a las bajas temperaturas registradas durante la mañana de ayer, los cucuruchos de castañas asadas fueron un reclamo importante para las personas que salían del cementerio.
Por su parte, las vendedoras de flores lamentaban que la crisis económica esté afectando al sector. Explican que este año, la mayoría de las personas que visitan los panteones familiares optan por comprar las flores a precios más asequibles y, sobre todo, muchas velas y cirios para adornar las tumbas.
En un día tan significativo como el de ayer, los cementerios son más que un recinto mortuorio. Son, también, un lugar de reencuentro de familiares. Durante la mañana, muchos de los visitantes se sorprendían de encontrarse en el camposanto a parientes a los que hacía tiempo que no veían o con los que no hablaban.

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