Las continuas agresiones al Río Rons dificultan la recuperación del entorno

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Suciedad, mobiliario deteriorado, construcciones sobre las márgenes, especies invasoras y degradación paisajística. La huella humana ha hecho del Rons un ejemplo de atentado ambiental y desprecio hacia el medio ambiente que dificulta y, prácticamente imposibilita, cualquier actuación de recuperación.

La longitud del Rons es de aproximadamente seis kilómetros, partiendo del Pontillón do Castro hasta el río Gándara. Ambos confluyen y desembocan en el mayor humedal del municipio de Pontevedra: la marisma de Alba, que la Concellería de Medio Ambiente Natural quiere potenciar para el disfrute ciudadano y que incluso ha sido propuesta para ser clasificada como Espazo Natural de Interese Local (ENIL).

La mejora será, en todo caso, una tarea tremendamente ardua, puesto que durante años la población no se ha adaptado al río, sino que ha adaptado el río a sus necesidades.

La ciudadanía maltrata al Rons desde hace décadas, construyendo muros de hormigón o piedra encima de su cauce, invadiendo su espacio y cerrando los ojos al desastre. Se ha afectado al movimiento natural de las especies y al caudal del agua, se detecta una clara falta de bosque de la ribera, donde dominan especies invasoras que dificultan el acceso al río. También se han contaminado las aguas, con más nitritos y fosfatos de los habituales, una certeza que han constatado las pruebas analíticas y que con toda probabilidad se debe a la llegada de jabones, fertilizantes y vertidos ilegales, además de la posible contaminación por parte de algunas fábricas.

Y es que las empresas e industrias asentadas en sus alrededores no se han quedado atrás con respecto a los particulares: han encajonado el Rons entre construcciones de hormigón, dándole un aspecto de regato abandonado que ni siquiera merece un paseo, al contrario de las inmediaciones de la xunqueira, un espacio al que diariamente recurren numerosos ciudadanos para hacer deporte o simplemente caminar.

Tanta aberración ha terminado por alterar la función del río como corredor ecológico, con el consiguiente perjuicio para las marismas de Alba, a donde llegan sus aguas.

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