''El Casino no es un club de pijos, pero aquí la gente viene educada''

Acaba de recibir el respaldo de los socios para gestionar el Liceo Casino de Pontevedra durante los próximos cuatro años. Aunque formó parte, durante dos meses, de la directiva encabezada por José Ángel Fernández Arruty, no quiere hablar de ‘línea continuista’ y anuncia varios cambios en el seno de la institución.

Jaime Olmedo Suárez-Vence, abogado y empresario de 57 años, empezará a trabajar como presidente del Casino a partir del próximo martes, día en que se formalizará el traspaso de poderes.

¿Qué le empujó a meterse en un fregado de estas caraterísticas?

Uno no puede quejarse de las cosas y no hacer nada. Veía que en el Casino había cosas que se podían mejorar y, aunque me costó decidirme, me presenté. Siempre estuve muy vinculado al Casino y, como me dio muchos buenos momentos, sentí que estaba en deuda con él.

¿Qué piensa usted que puede aportar su directiva?

Nuestro equipo es multidisciplinar, porque hay profesionales en muchos sectores. Conocemos bien los entresijos del Casino y pensamos que podemos mejorar la actual situación.

Una respuesta demasiado tópica. ¿Podría concretar más?

Por ejemplo, la cafetería está prácticamente desierta y queremos darle actividad, que los socios acudan y la llenen. Pero tenemos tres temas prioritarios: el primero es buscar ofertas y asuntos que incentiven a la juventud. El Casino, anteriormente, era un punto de encuentro habitual entre los hijos de los socios, pero esta costumbre ha ido cada vez a menos y hoy en día apenas se ven chicos por allí. Queremos dinamizar la entidad con fiestas, concursos, actividades, etc. El otro objetivo es fomentar el estudio. La anterior Junta Directiva tuvo el acierto de trasladar la sala de estudio a la cuarta planta; nosotros queremos dotarla de mejores condiciones. Y una tercera meta son las actividades culturales. El Casino no es sólo fiestas y bailes, buscamos iniciativas que puedan ser interesantes para los socios, como un Club de Lectura o representaciones teatrales.

Todos estos proyectos tienen como epicentro Manuel Quiroga...

Es que la sede está muy parada, a veces parece un mausoleo.

¿Quiere decir que las instalaciones de A Caeira seguirán funcionando como hasta ahora?

Lo que está bien no se va a tocar, aunque si se puede mejorar, se mejorará. Por ejemplo, el Baile de A Peregrina está funcionando bien, pero nos gustaría mejorar el de Fin de Año y los Carnavales.

Habla de recuperar la savia joven. ¿Cómo piensa atraerla?

Organizando actividades que les puedan resultar atractivas, como concursos de pintura, obras de teatro, elaboración de cortometrajes, etc. Todo ello sin descuidar las nuevas tecnologías.

¿Es el Casino un club de pijos?

(Medita) No. En todo caso, habría 155 años de pijos en Pontevedra. Yo no soy pijo, o al menos no me lo considero. En todas las sociedades la gente se agrupa para compartir actividades afines. El Casino no es un centro de educación, la gente viene educada. Con independencia de las creencias religiosas, de la ideología política y de la situación social, se convive con respeto a los demás... Y eso, a lo mejor, no se encuentra en otros sitios.

¿Qué le diría a las personas que sí tienen esa imagen elitista?

Pontevedra es, fundamentalmente, una ciudad de funcionarios. Es una tontería hacer una distinción por clases sociales. Lo que nos une a los socios es nuestro interés común por ciertas actividades y disfrutamos de ellas con total respeto a los demás. Veo al Casino como un centro de convivencia bajo la premisa de un trato cordial.

¿Cuántos socios tiene el Casino?

Algo más de 2.460.

¿Está prevista alguna ampliación?

La posibilidad de entrar en la sociedad está abierta.

¿Qué requisitos hay que cumplir?

Estar avalado por otros socios y pagar una cuota de entrada de 3.000 euros.

Ya anunció una reforma de los estatutos. ¿En qué va a consistir?

Sobre todo en tres cuestiones: limitar el mandato de la Presidencia a dos cuatrienios (porque nadie es insustituible), crear un comité electoral que asuma las competencias de la directiva durante el proceso, y equiparar el cónyuge al socio, para que tanto hombres como mujeres tengan igualdad de derechos y de obligaciones para con la entidad.

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