El fiscal pone a Julio Araújo entre la espada y la pared

Cuatro años y medio después de la desaparición de Sonia Iglesias y cuando todo apuntaba hacia un archivo definitivo de las investigaciones, la labor del fiscal jefe de la Audiencia Provincial, Juan Carlos Aladro, unida a los avances de la técnica, ha dado un vuelco inesperado al proceso judicial cuyo archivo provisional fue recurrido ante la Audiencia Provincial de Pontevedra.

El jefe del Ministerio Público de Pontevedra, que coordinó las pesquisas en aras de resolver la misteriosa desaparición de la dependienta de Massimo Dutti desde el primer momento, modificó el contenido de su recurso ante el tribunal provincial con la inequívoca intención de poner al único investigado por los hechos, Julio Araújo, entre la espada y la pared. Aladro decidió no solicitar, como había hecho en un principio, la práctica de la prueba neurofisiológica P-300 (un análisis cognitivo basado en la realimentación de memoria a partir de la altura de las ondas emitidas por el cerebro a partir de una imagen) con el objetivo de que el imputado identifique inconscientemente algún lugar relacionado con el crimen. El fiscal puntualizó que su solicitud va dirigida a que Araújo se posicione y diga si se someterá voluntariamente a la mencionada diligencia (que, según la reciente jurisprudencia, solo puede ser practicada con el consentimiento del investigado) o si se negará a ello, en cuyo caso, según advierte en el auto, se reserva la posibilidad de utilizar el silencio como indicio acusatorio.

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