El furor de entrelazar gomitas

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PONTEVEDRA. Si se observan las muñecas de los niños a la salida de un colegio se encuentra un colorido elemento común: todos ellos llevan pulseras hechas con gomas elásticas entrelazadas.

La elaboración de estos complementos es casi una epidemia entre los más pequeños, aunque más de un adulto también confiesa estar ‘enganchado’. «¿Son para sus nietos?» escuchó una mujer en un bazar chino mientras elegía sus colores de gomas favoritos, «¿Nietos? ¡Yo también hago pulseras!». Junto a ella estaba Sandra, madre de una niña de seis años, que mientras pagaba su paquetito se sinceró diciendo que, para ella, también es «un vicio».

Esta moda llegada de Estados Unidos aterrizó en Pontevedra hace aproximadamente mes y medio, pero no fue hasta hace tres semanas cuando alcanzó su auténtico ‘boom’.

Parques, patios de colegios y casas con niños tienen en sus suelos alguna gomita extraviada. Las escaleras de la Praza da Ferrería un viernes por la tarde se convierten en un taller de complementos. Mencía, una pequeña experta en el tema, enseña a sus amigos a hacer «pulseras en pinzas de la ropa y en el telar, que es mucho más difícil». Los niños a su alrededor observan con atención mientras ella saca el material de su caja de lata. «Comenzaron a hacerlas hace cosa de un mes. Aprendieron de amigos y ahora las hacen en todas partes. En el colegio de mi hijo se las llegaron a prohibir», explica María, madre de Manuel, quien no pierde ojo a lo que hace Mencía. La madre recuerda que la primera vez que vio esta técnica fue cuando un amigo suyo le trajo a su hija un telar de Bilbao, «donde ya eran muy conocidas».

En un portal de Benito Corbal, Óliver e Imanol lucen pulseras en sus muñecas. Sonia Prego, la madre del segundo, confiesa que los chavales siguen prefiriendo jugar a la ‘Play’, pero que cuando se aburren entrelazan gomitas. «A mi hijo le enseñé en casa, porque a él le daba vergüenza preguntarle a las niñas de su cole», dice Prego entre risas. «Yo aprendí de sus amigas y con vídeos de Youtube, como las otras mamás», y añade que «me pareció una actividad muy interesante para que desarrolle la psicomotricidad y agilidad en los dedos. En ese caso le ‘obligué’ un poco». Al oír estas palabras de su madre, Imanol no duda en reivindicar su posición diciendo indignado «¡Es que me aprietan los dedos!».

Compra. Padres, abuelos, tíos y los propios niños van a comprar los paquetes de gomitas a los distintos establecimientos donde están a la venta. Mencía, la pequeña ‘maestra’ de A Ferrería, dice ser ella misma la que acude cada semana a por las gomas. «Mi padre me da dinero y yo voy a por ellas. Antes me compraba golosinas pero ahora compro más gomas».

A pocos metros de ella, una madre afirma que su hija compra tres o cuatro paquetes a la semana «aunque tiene amigas que compran muchos más». Esta mujer apunta que las pequeñas «se ponen a tejer pulseras y anillos en cualquier lugar, pero siempre que no interfiera en sus obligaciones, a mí parece perfecto».

BENEFICIOS. Una orientadora de un colegio pontevedrés defiende que la elaboración de estas pulseras «desarrolla la motricidad fina» de los niños y «fortalece la musculatura de las manos» favoreciendo una mejor calidad de la grafía.

Otro punto que destaca la profesional es que esta actividad «genera la socialización» y los niños «ven resultados inmediatos de lo que están haciendo, que luego pueden lucir o regalar».

Las mamás, por su parte, ven otro beneficio a mayores: el entretenimiento. Más de una lleva en el bolso un kit completo de gomas, ganchillo, pinzas y cierre «para que estén tranquilos mientras los mayores tomamos un café».

Jugueterías, bazares chinos o tiendas de ‘chuches’

Todos los comercios quieren aprovechar al máximo la moda de las pulseras de gomitas; por ello, jugueterías, quioscos de golosinas y, por supuesto, bazares chinos, no tardaron ni un mes en actualizar sus estanterías más visibles con los paquetitos de colores.

Paula Pazos, de La Metro, asegura que desde hace tres semanas «vendemos un montón de gomas. Nos las piden de puntitos, purpurina, mezcladas... Viene gente de todas las edades. Es un auténtico furor. Tuvimos telares y cubos de gomitas ¡y ya se nos han agotado!». En cuanto a la competencia, la dependienta de este conocido establecimiento asegura que «la gente en general prefiere comprarnos el material a nosotros y no en los chinos, aunque sea un poco más caro, pero es de mejor calidad».

Los orientales, por su parte, lamentan la gran competencia. Liu, del bazar de la calle Antonio Blanco Porto, afirma que «ahora vendemos muchas bolsitas menos porque ya se venden en muchos más sitios». De todas formas, Liu no se considera una pionera en la venta de este producto. «Aquí las empezamos a vender hace unos 15 días, pero antes ya las había en muchos otros sitios».

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