El parricida de Alba cumplirá 23 años de reclusión en un centro psiquiátrico pontevedrés

Juan Galbán Robiña, el pontevedrés de 33 años conocido como 'el parricida de Alba' pasará los próximos 23 años internado en un centro psiquiátrico, después de reconocer que asesinó a su padre a golpes con una barra de hierro y que atropelló a una vecina mientras perseguía a su madre después de que ésta lograse escapar de la vivienda familiar durante la agresión, hechos por los que sin embargo manifestó "no sentirme culpable".

Durante la breve vista oral celebrada esta mañana en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Pontevedra, Juan Galbán aseguró que cuando cometió el asesinato no era consciente de lo que estaba haciendo debido a su enfermedad mental, que varios peritos médicos diagnosticaron como "esquizofrenia paranoide de alta intensidad", según explicó el Fiscal Jefe de la Audiencia pontevedresa, Juan Carlos Aladro.

Ese fue el principal motivo por el que la Fiscalía aceptó la reducción de condena, ya que inicialmente solicitaba 30 años y medio de internamiento por un delito de asesinato, otro de tentativa de asesinato y un tercero de lesiones, petición que la acusación particular elevaba a 45 años y medio.

Según indicó Juan Carlos Aladro, el acusado padece una enfermedad mental "de suficiente gravedad e intensidad como para que todos los médicos forenses hayan determinado que no era en forma alguna responsable de sus actos en ese momento", aunque reconoció que el hecho no fue calificado de homicidio porque "la muerte de sus padres estaba muy bien tramada y organizada, ya que reconoció que iba a por ellos e incluso había planeado un plan alternativo por su fallaba".

Por su parte, el abogado de la Defensa, Faustino Seoane aseguró que el acuerdo recoge parte de las tesis de su planteamiento ya que "hubo un arrepentimiento inmediato por presentarse ante la Guardia Civil y se demostró que efectivamente mi cliente necesita supervisión y tratamiento, porque no estábamos juzgando a una persona normal".

El letrado insistió en que Juan Galbán no era consciente en el momento del asesinato de su padre debido a su enfermedad, y explicó que "en todo momento creyó que sus padres lo estaban atacando, que estaba en un serio peligro y obró para defenderse, una actitud natural en una persona que cree firmemente que va a ser atacada", y matizó que se ha llegado a esta situación "por un fallo de todos", al entender que su tratamiento debía de haber empezado hace mucho tiempo.

Además de las penas de internamiento en un centro psiquiátrico, Juan Galbán deberá indemnizar a su madre y a su hermano con 70.000 y 50.000 euros respectivamente por la muerte de su padre, y con unos 30.000 euros a la vecina que atropelló como pago por los días de curación y las secuelas que le quedaron del incidente.

MATO A SU PADRE EN OCTUBRE DE 2008

El suceso que acabó con la vida del padre de Juan Galbán tuvo lugar en la noche del 20 de octubre de 2008, cuando el acusado se encontraba en la vivienda de sus padres, y quien tras cerrar con llave las puertas de salida de la casa y haber recogido una barra de hierro de la finca, se dirigió hacia su padre, que se encontraba en el salón de la vivienda, asestándole un golpe en la cara con la barra e iniciando un forcejeo.

Debido a los gritos, la madre alarmada acudió al salón y tras contemplar la escena, salió de la vivienda instada por su marido para pedir auxilio a una vecina, pero el acusado continuó golpeando a su padre, hasta que le provocó la muerte "usando la barra a modo de lanza".

Tras consumar el asesinato, Juan Galbán salió del domicilio en busca de su madre, con ánimo de matarla y tras localizarla en una pista anexa a la casa, se subió a su coche y trató de atropellarla, pero la mujer regresó de nuevo a la vivienda de la vecina, quien estaba fuera de su domicilio y fue la que finalmente resultó atropellada por el parricida.

El joven, que según el escrito de acusación padecía un trastorno psicótico agudo con síntomas de esquizofrenia, acabó colisionando contra el cierre de la vivienda y huyó a pie, entregándose poco después en el cuartel de la Guardia Civil de Pontevedra.

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